domingo, 22 de abril de 2018

Mateo

Mateo es un poema no terrminado,
es el guerrero herido. 
Es el defensor nato de la vida
aunque a veces la circunstancias 
no lo ameritan.

Mateo es la rabia, es el grito,
es el enojo, es la tristeza en los ojos,
es el que siempre está de visita.

Mateo es la risa de bebé estruendosa
y que que en pocas ocasiones 
se precipita como un pájaro 
que se suelta de la jaula.

Mateo es el destructor,
destruye su cuarto,
las luces de la calle, 
es la piedra arrojada 
a sus amigos.

Mateo es la rabia, 
la rabia de haber  tenido cinco familias,
cinco familias y después nada.

Mateo es el abrazo sorpresivo,
el abrazo de oso
que más que caricia te quiere atrapar.

Mateo el de la coraza, 
el que parece que nada lo conmueve.

Mateo no quiere límites,
es que se tapa los oídos, 
cuando le das un consejo.
Porque él todo lo puede,
porque él siempre estuvo solo.

A Mateo lo persiguen los fantasmas,
sus miedos, sus inseguridades.
Ojalá un día los enfrentres 
y te des cuenta que sólo 
están en tu cabeza,
y que nadie puede hacerte daño.

Ojalá algún día aprendas a respetar
el cuerpo de otro, pero que pido 
si ni tu cuerpo fue respetado.

Ojalá un día puedas 
construir tu historia
de esos retazos rotos, 
de estar aquí, allá 
y en ningún lado.

Yo así aprendí a quererte, 
y quise lo mejor para vos, 
aunque lo mejor te lleve lejos de mí.

Ojalá puedas recordarme con cariño, 
no te abandoné pero no pude ser tu madre, 
eso no significa que no te quise.

Ojalá un día se curen tus heridas, 
y nos volvamos a encontrar.
Mateo es para mi un poema no terminado,
es mi guerrero herido. 


Simplemente Carmen

sábado, 14 de abril de 2018

Sin despedida

"Escribir es mi mayor ingenuidad, 
es querer contener lo que se desborda." 
Alejandra Pizarrnik

Esa tarde como siempre los lleve a la colonia, 
fuimos hablando, sobre todo con Mili, 
más tarde llamaría a su papá porque lo extrañaba. 
Llegamos a la pileta,
 Mateo entró en la pileta sin saludar, sin mirar atrás,
 estaba enojado porque a la mañana no quiso estudiar las tablas. 
Mili me dio un beso y le dije: Portate bien.
Fue lo último y me quede mirando como se iban y nunca más los ví. 
No los pude despedir. El Estado no perdona los errores. 
el Estado es cruel. 
Yo los quería a los dos, pero no podia tenerlos a los dos 
y entonces me quede sin ninguno. 

Simplemente Carmen
Jugando en la plaza San Martin

Doce años

  Han pasado doce años, tuvimos tres gatos, dos hijos por un rato, una casa que no es nuestra, una perra petizona tres bicicletas y ...