No es María, la madre,
la que conquista el jardín.
No es la virgen inmaculada:
es Magdalena, la de siete espríritus,
una mujer de carne y hueso,
una mujer que abraza a su amado.
Ella conquista el jardín, ella redime a Eva.
Ella somos nosotras, enteramente nosotras,
con nuestros cuerpos, pensamientos,
lagrimas y amor.
Somos nosotras las que recibimos
las palabras de consuelo
y tenemos la responsablidad de anunciar:
Que somos libres
y hemos regresado el jardín con nuestro amado.
Nadie podrá callar esta noticia:
Lo que estaba perdido fue encontrado,
lo que estaba muerto está vivo.
Ya no te culpes Eva,
hiciste bien en darnos la manzana,
ya no llores Magdalena,
hemos vuelto al jardín
y nadie podrá callarnos:
somos libres, el amor nos liberó.
Simplemente Carmen
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