"María, María es un don
Es el sueño, el dolor
De una fuerza que nos alerta
Una mujer que merece vivir
y amar como otra mujer del planeta"
Milton Do Nascimiento/Fernando Brant
Esta es una
reflexión que parte de la cultura cristiana en la cual me crie, pero también
desde mi personalidad hereje. Esta es una interpretación personal de pasajes
bíblicos, pueden compartirlas o dejarlas de lado.
Voy a partir de
la más sagrada de las concepciones que están en la Biblia, la de Jesús: el
Evangelio de Lucas (1, 26-28) nos cuenta que el ángel Gabriel se presenta a una
muchacha -su condición de “virgen” será destacada con el correr de los siglos y
será trasladada a toda mujer, pero eso es otro tema- lo que Lucas nos quiere
mostrar es el hecho sobrenatural y sagrado de la concepción de Jesús, ya que no
es fruto de la intervención del hombre. Desde la antigüedad los héroes o los
hijos de los dioses tenían una historia de su origen, casi siempre vinculada a
una violación de parte de un dios a una mujer. Pero la diferencia entre estos
dioses y Yahvé es que este último no viola a la mujer, sino por lo contrario
dialoga con ella. Busca que María entienda y sobre todo que dé su
consentimiento, porque el libre albedrio es lo que nos hace humanos desde el
comienzo de los tiempos. Quizás aquí
tenemos nuestro primer mensaje, Dios no ve a María como una simple incubadora,
sino que ella tiene voz ¡y vaya que voz! La oiremos cantar sus maravillas
(Lucas 1, 46-56). Ella entiende y sabe en qué lio se está metiendo, pero acepta
con total libertad, y no solo va a ser protagonista en el nacimiento de Jesús,
sino que, a pesar de sus propias contradicciones, acompañará a su hijo hasta el
final (Juan 19, 25-27).
Pero para
entender el contexto social, no podemos olvidarnos que María vive en una
sociedad patriarcal y machista, si era descubierta en adulterio, ya que ella
estaba comprometida, tranquila y legalmente podía ser apedreada (Ex 20, 14 Lev
20 10, Prov 6, 10 -7, 27), y así se acabaría la historia de María y el fruto de
su vientre. Y así acabarían con las dos vidas. Esto bien lo sabe el evangelista
Mateo, que escribe para una comunidad proveniente del judaísmo, por eso allí el
protagonista es José, hombre justo, que, aunque fuese recto, planea dejarla,
quiere decir darle un acta de divorcio, lo que indicaba que María se quedaría
en su casa, como una persona de segunda y con otra boca para alimentar, sería
una carga para su familia paterna y, tal vez, eso la llevaría a la indigencia.
Entonces aparece el ángel que convence a José de aceptar a María y a su hijo.
En este caso vemos como Dios, a través de sus mensajeros, se preocupa por el
bienestar tanto de María como de Jesús. Y de esta manera, ya reconocidos y
aceptados se encuentran a salvo. Resumida así nomás es la concepción de Jesús.
Ahora se acerca
la fiesta de la navidad en la cual se conmemora su nacimiento, y en Argentina
se debate sobre la Interrupción voluntaria del embarazo. Un tema delicado, un tema controvertido, un
tema con el cual cada uno/a ya tiene un posicionamiento, pero mientras tanto, muchas
mujeres mueren por abortos clandestinos, no voy a ponerme a discutir el número
porque es un acto que no es público, ya que no hay estadísticas, pero todas y
todos conocemos a alguien que lo haya practicado, si tienen dinero para pagar
una clínica sobreviven, sino sufren complicaciones de salud y la cárcel porque
es considerado un delito.
Una de las
razones fundamentales por la que muchos se oponen al aborto legal es la
cuestión religiosa, y si me preguntan a mí, criada en una familia religiosa, durante
mucho tiempo pensé que es una práctica maldita y de excomunión, pero con el
tiempo aprendí que no todo es “blanco o negro”, y se puede pensar este tema de
una manera más amplia, primero dándome cuenta que no todas las mujeres tienen
mis creencias. Pero podemos dar un pasito más: si Dios pide a María su
consentimiento, le da voz, entonces, son las personas gestantes las que deben
opinar si quieren ser madres o no. Dejemos que ellas decidan, si quieren
continuar con el embrazo, acompañemos como lo hizo José a las que no pueden
tener el sustento. Y a la vez, no
criminalicemos a la mujer que, por diversas razones. no quiere continuar con su
embarazo, hagamos que tenga el acompañamiento necesario y que no pierda su vida
en ello.
Esta no es una
cuestión de qué pienso yo y obligo a todas que actúen como quiero, o como según
considero que es lo correcto. Creo que Dios no obligó a nadie a ser madre, pero
principalmente esta es una cuestión de salud, para que las mujeres en los
peores casos no mueran; y también es una cuestión de derecho, para que nadie
decida por ellas.
Este es un aporte
para seguir pensando, de ninguna manera es un debate cerrado, siempre que el
dialogo se realice con respeto. Desde mi modo de pensar: dándole voz a las
mujeres, participación, derechos y salud, también estoy defendiendo la vida.
Carmen Alegre