Hoy en día escuchamos el tema de
violencia hacia las mujeres en casi todos los medios de comunicación. Parece
que es una moda: femicidios, violación y maltrato. Pero lamentablemente es
una triste realidad, en Argentina es asesinada una mujer cada 30 horas, en
manos de conocidos, ya sea su marido, pareja o por algún desconocido que se
creyó dueño de su cuerpo y de su vida. Como hablar de violencia sin sentirse
conmovida por todas aquellas mujeres que fueron asesinadas. Ahora mientras
escribo, una muchacha de dieciséis años es drogada, violada, torturada y asesinada
salvajemente por dos hombres. Y así
muchas: quemadas, mutiladas, y arrojadas como basura. ¿Qué clase de sociedad es
la que realiza estos hechos espantosos? ¿Podemos hacer algo más que
indignarnos? ¿Cómo salimos de este círculo violento? ¿Cómo ayudamos a las
mujeres a no ser presas de ese macho que se cree capaz de dar vida o muerte? ¿Cómo
formar una sociedad igualitaria, pero a
la vez respetuosa de las diferencias? Estas
preguntas me llegan antes de hablar de la violencia de las mujeres. Y para
plantear este tema, voy a recordar un encuentro que se realizó en Quilmes,
sobre Violencia, Mujer y Biblia
, rescatando algunas cuestiones que se
plantearon allí, no para el ayer sino para hoy.
Me gusta la idea de la Biblia
como un álbum de fotos realizados por Dios y el pueblo, en donde no deja de
estar presente la esperanza, los conflictos, la lucha, las contradicciones y la
violencia. Vamos a rescatar una
fotografía muy antigua, del tiempo de los patriarcas, y una figura de la que se
habla poco: Agar, la esclava egipcia de Sara, a la que Abraham echó de su casa. Los textos donde encontramos a Agar son
Génesis 16, 1-15 y 21, 8-19. Siempre es un desafío leer
un texto porque está relacionado con un antes, un después y el ahora. En la
Biblia todo está conectado: La frase clave es: Dios escuchó tu clamor, por eso
el Dios de Agar es el Dios de la liberación. Más tarde será Dios mismo el que
rebele esto a Moisés. Por lo tanto, Dios no es un Dios imparcial, es un Dios
que VE. Podemos recordar que Agar es una mujer, extranjera, maltratada, embarazada
y huyendo. En el segundo texto, ella es
echada de la casa con el niño pequeño, y Dios no quiere eso, Dios no está con
el maltratador, es un Dios que interviene al escuchar el grito del pequeño y el
llanto de la mujer. Eso me hace pensar en cuantas casas donde hay violencia sucede
esto, los golpes, el maltrato, el llanto
de los niños ante esa situación… Es bueno pensar también que Dios no quiere esa
situación, le hace la misma promesa a Agar que a Abraham, sin pedir nada a
cambio, un Dios gratuito que no pide sacrificios. A Abraham le pedirá circuncisión,
que vaya de aquí para allá; y con respecto a Agar, sólo vera su sufrimiento, el
llanto del niño, y le promete que será madre de un gran pueblo. Cuan diferentes
son las dos situaciones: Agar deja lejos a su hijo porque no quiere verlo morir,
y Abraham no sólo está dispuesto a verlo morir sino a matarlo; en los dos
interviene el ángel de Dios en favor de la vida. Agar es esa memoria que luego se rescatara en
el Éxodo, pero estaba allí, esclava, extranjera, mujer, y Dios que interviene a
su favor, solidariamente, gratuitamente, que ve, que escucha y está en favor
del que sufre, Dios será EL Roy, él que
ve.
Segunda fotografía: la del tiempo
de los jueces, este es un período diferente del pueblo. Cada tanto, en ese
pequeño libro se dirá: “no había rey en Israel y cada uno hacia lo que le
parecía bien”. Pareciera que como no hay rey no hay opresión, pero en los últimos capítulos de este libro vamos a encontrar
dos historias (Jueces 17-21): una, de un hombre llamado Miqueas y de su madre,
que quiere hacer un altar a Yahvé. En
esta pequeña historia vemos cómo la religión pasó de la casa y de las manos de
las mujeres a los levitas y sacerdotes administradores de lo sagrado. En el capítulo
19 comienza otra historia, precisamente la de un levita con su mujer, esta
decide irse de la casa; una versión dirá que ella le fue infiel, otra, la
versión de la biblia griega dirá que ella se cansó de sus golpes. Lo que
sabemos es que ella decide irse, cosa rara para ese época, podríamos sospechar
que ella huye de la casa del levita, y regresa a la casa paterna. El levita no
se queda con los brazos cruzados, sale a buscarla, llega a la casa paterna y
después de cinco días de hablar amigablemente con el padre, regresa con su
mujer. Es decir, el padre se la regresa, ella ya no tiene un lugar seguro donde
estar. En el camino, les agarra la noche y se quedan en Guibea, ciudad de los
benjaminitas, precisamente se quedan allí por ser una ciudad hebrea, y esperan
en la plaza hasta que alguien los albergue. Pero los hombres de la ciudad
quieren violar al levita, quien le da hospedaje ofrece su mujer y su hija para
que se entretengan pero, el levita, para resolver el problema, agarró a su
mujer y la echó afuera. Ellos la violaron toda la noche, al amanecer, ella
busca refugio en la casa y cae muerta en el umbral de la puerta. Cuando se
levanta el levita y la ve le dice: “levántate que nos vamos”, pero al ver que
estaba muerta, alza el cuerpo, lo lleva a su casa lo descuartiza, no con
cualquier cuchillo sino con el cuchillo de sacrificio, lo corta
en doce pedazos, y llama a una guerra, porque le han quitado su
propiedad. Y en la guerra asesinan a todas las mujeres benjaminitas, y la
violencia se multiplica. Las mujeres son
la que se oponen a este sistema religioso y son precisamente las que terminan
muertas. Estas son algunas de las
páginas más sangrientas de la Biblia, vinculándolas con la realidad, podemos
ver cómo el machismo mata, se cree dueño de la vida de las mujeres, y decide qué
se hace con el cuerpo de las mujeres. Hoy vemos que se las trata de la misma
manera, se las viola, maltrata, asesina, se las corta, quema, arroja a la
basura, y cómo, a partir de los medios de comunicación, se multiplica, por eso es imprescindible cortar
con la violencia, desde todos los aspectos, lo social, lo educativo y una religión que promueva la igualdad, y la vida.
Conclusión.
Este fue un pequeño recontó de
algunas fotografías del Antiguo testamento, pero no podemos olvidarnos que el mayor de los justificativos de la
violencia es Eva; ella será la máxima figura para justificar el statu quo de la
sociedad, nadie recuerda que Adán también comió del fruto y le gustó, pero, más allá de eso: ¿habrá sido así? podemos pensar con qué motivos se escribieron
estas páginas, podemos sospechar que en la época que se escribía seguía estando
la memoria subversiva de las mujeres, ese canto del Dios liberador de María,
ese Dios que no pide nada a cambio de Agar, ese Dios justiciero de Ana, y que,
callar a las mujeres por pecadoras, por tentadoras, por hijas de Eva, era la
respuesta a esa memoria subversiva. Bueno, podemos sospecharlo por lo menos
para no tomar las páginas literalmente, para salir del círculo de la violencia,
para tener voz, para recuperar nuestra memoria, para no ser la mujer del levita
que es sacrificada por la sociedad machista. Este fue un pequeño recorte de
nuestra memoria, todavía nos falta recuperar la igualdad en la pareja, que
vuelven al paraíso como en el Cantar de los cantares, ver la manera de
solidarizarnos entre nosotras como en Rut, saber que somos fuertes, que con
mano de mujer venceremos como en Judit, cantar las maravillas de una sociedad
más justa como María de Nazaret, ser discípulas hasta la cruz y anunciar que la
resurrección es posible, aunque nos llamen “locas”, “pecadoras”, “prostitutas”,
aunque nos manden a callar, si nosotras calláramos las piedras hablarían. Pero
se necesitan todas las manos, todas las
voces, para poder vencer al dragón y dar luz a un nuevo pueblo, una ciudad
nueva, donde haya fiesta y alegría donde no haya lugar para lágrimas ni muerte.
Carmen Alegre
Página Valdense, noviembre 2016
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