te pido perdón por los años
que te he culpado
de todos los males del mundo.
Tenías razón es bueno pensar:
qué está bien o qué está mal,
hacernos responsables
de nuestras decisiones.
Querida Eva:
soy tu hija
y ya no lloro en un valle de lagrimas,
sino estoy en el valle de la vida,
con sus contradicciones y dichas.
gracias a vos dejamos de ser animales,
que viven el presente
y sabemos que en algún
momento llegará la muerte.
Muerte tan temida para muchos
pero que nos recuerda
los finitos que somos,
ni eternos, ni dioses
humanos y de barro.
Querida Eva:
me enseñaste a pensar,
a comer del fruto,
a conquistar mi vida,
con errores y aciertos, será mía,
y no haré caso a una divinidad castradora,
sino a una divinidad amorosa
que me habla de mujer a mujer.
Querida Eva:
ya no vivimos en un paraiso,
como en una jaula,
hemos conquistado nuestra libertad,
bendito pecado entonces,
porque finalmente será vos,
y nosotras la que pisaremos la serpiente,
por todo eso y aunque sea tarde
quiero reconocerte y valorate,
te creo a vos y no al cobarde
que te hecho la culpa.
Simplemente Carrmen
"... te creo a vos y no al cobarde que te echó la culpa." Me quedo con los dos últimos versos, hoy más vigentes que nunca!
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