Marina a su hijo:
Te será muy fácil
morir, poco menos fácil soñar,
difícil rebelarte,
dificilísimo amar.
La historia de Malinche constituye un mito de origen donde
podemos leernos a nosotros mismos. La vida de esta mujer ha sido muchas veces
malinterpretada. Malinche sería el prototipo de la traidora, de la ramera que
se vende al invasor, la madre de todos los males que nos aquejan. Con esta
interpretación parcial del mito no hacemos más que perpetuar la vieja idea
machista de que en el origen del mal siempre se halla una mujer: Eva, Pandora,
la mujer de Lot... Malinche. Comprender la figura de Malinche, símbolo de la
condición de la mujer, del alma mestiza y de la identidad latinoamericana, será
intentarnos comprender más a nosotros mismos.
Una de las figuras más polémicas de
la conquista española es la mujer conocida como La Malinche o Doña Marina (ca.
1500-1527), quien ejemplifica la importancia de los intérpretes en el curso de
la historia. De familia noble, La Malinche fue esclavizada, se convirtió en
intérprete y en la persona de confianza del explorador español Hernán Cortés, a
quien dio un hijo. Algunos la ven como la traidora de los aztecas, mientras que
otros la consideran el chivo expiatorio del fracaso de Moctezuma, quien no fue
capaz de defender su reino.
Marina nació en una familia noble en la provincia de
Paynalla en Coatzacoalcos, en la región de Veracruz al sur de México. Cuando su
padre murió, su madre se volvió a casar y dio a luz a un varón. Aunque Marina
era la primogénita y heredera legítima, su madre y su padrastro favorecieron al
nuevo bebé. Y para que el nuevo vástago fuera heredero único, su madre la
regaló o la vendió como esclava y la declaró muerta.
Antes de convertirse en propiedad del cacique de Tabasco,
Marina viajó en cautiverio desde su región natal de habla náhuatl a las
regiones de habla maya en Yucatán, donde aprendió dicha lengua. Durante esta
época, Hernán Cortés había llegado desde Cuba a la costa de Tabasco con su
intérprete, Jerónimo de Aguilar, quien había aprendido el maya después de
naufragar, ser esclavizado por los mayas de Yucatán y posteriormente rescatado
por los españoles.
Habiendo tomado la decisión de buscar favores de los
españoles en lugar de pelear con ellos, los mayas les ofrecieron alimento,
vestido, oro y esclavos, incluso a 20 mujeres. Aguilar, quien también se había
ordenado como sacerdote, además de servir como intérprete ayudó en la
conversión de los mayas. Las mujeres, Marina entre ellas, fueron bautizadas en
marzo de 1519. Se desconoce la edad que tenía cuando la bautizaron.
Cortés obsequió las mujeres bautizadas a sus militares y
Marina estuvo destinada primero a Alonso Hernández de Puertocarrero; luego
regresó un mes después a donde Cortés. Casi de inmediato empezó a trabajar con
Aguilar como intérprete. Cuando Cortés llegó a las regiones de habla náhuatl,
hacia el occidente por la costa del golfo, ella interpretaba entre el náhuatl y
el maya para Aguilar, quien sabía interpretar entre el maya y el español.
Marina rápidamente amplió sus conocimientos lingüísticos al
aprender español o castellano. Se ganó la confianza de Cortés, se convirtió en
su secretaria y después en su querida, y hasta llegó a darle un hijo. A Cortés
se le ofrecían a menudo otras mujeres, pero él siempre las rechazaba,
demostrando así su respeto y cariño por Marina. En una carta escribió,
"Después de Dios, le debemos la conquista de la Nueva España a Doña
Marina".
Los historiadores no consideran a Marina la responsable del
éxito de la conquista española. El apetito de los españoles por el oro, la
epidemia de la viruela y, por supuesto, su superioridad militar fueron factores
primordiales. Sin embargo, sus habilidades para servir de intérprete jugaron un
papel enorme. Se tiene certeza de que ella facilitó la comunicación entre
Cortés y varios de los líderes indígenas de la antigua América, entre quienes
fueron claves los tlaxcaltecas, pues estaban a la búsqueda de aliados en contra
de los aztecas debido a sus brutales exigencias de sacrificio humano y tributo.
Sin duda, el punto culminante de su carrera como intérprete
fue el encuentro inicial, cara a cara, entre Cortés y Moctezuma, pero asimismo
participó directamente en numerosos intercambios entre los españoles y la gran
cantidad de personas que encontraron y trataron. Se dice que ella favorecía
activamente las negociaciones en lugar del derramamiento de sangre.
Aunque algunos la consideran una traidora, muchas chicanas
consideran a La Malinche una preponderante figura histórica, cuya denigración y
difamación de carácter tiene paralelos con su situación actual. Ella fue
repudiada por su gente y no debía lealtad a los otros poderes mesoamericanos. Y
aprovechó sus facultades lingüísticas para asegurar su propia posición social.
Pero hay evidencia certera de que, una vez que se alineó con la causa española,
fue totalmente leal a Cortés, a pesar de las múltiples oportunidades que tuvo
para traicionarlo, a medida que la intrincada historia de la conquista se
desenvolvía.
El autor mexicano Gómez de Orozco afirma que La Malinche
"fue una parte instrumental de la estrategia [española], al interpretar en
tres idiomas y al ofrecer información esencial sobre la organización económica,
el conocimiento de las costumbres nativas, el orden y la sucesión de los reinos,
las formas de tributo, las reglas que regían las relaciones familiares,
etcétera".
Después de la conquista, Cortés, quien ya tenía una esposa
en España, demostró su respeto por Marina al concertarle un matrimonio con Don
Juan Jaramillo, un teniente de Castilla. Aunque Marina fue apenas una de las
mujeres indígenas que tuvo hijos de padres españoles, es la más destacada, y el
hijo que tuvo con Cortés, Don Martín Cortés, fue el primer mestizo de
relevancia histórica y alguien que eventualmente tuvo un cargo en el gobierno.
Fue el Comendador de la Orden de San Jago. En 1548, fue acusado de conspirar en
contra del virrey y posteriormente ejecutado. Marina también tuvo una hija de
su esposo, Don Juan Jaramillo, llamada Doña María. Como la madre de un hijo y
una hija de dos razas, con la misma sangre mestiza que corre por las venas de
la mayoría de los mexicanos, a Doña Marina se le puede reconocer legítimamente
como la madre de la nación mexicana.
¿Qué hay detrás de un nombre?
La mujer llamada "la lengua de Cortés" o su
intérprete, al nacer fue llamada Malinalli (el nombre en náhuatl para uno de
los 20 días del mes mexicatl, así como para un tipo de hierba que sirve para
elaborar cuerdas). También se le llamaba Malinalli Tenépal. La palabra náhuatl
tenépal significa "persona que tiene facilidad de palabra, que habla mucho
y con animación".
A la hora de bautizarla, un cura español le dio el nombre de
Marina. Bernal Díaz, quien fuera testigo e hiciera una crónica de esta época en
La conquista de la Nueva España, se refiere a ella como Doña Marina. El
homónimo del nombre español, Malina, se convirtió en Malintzin (el sufijo
náhuatl "-tzin" denota respeto). Cortés era conocido como
Malintzin-é, porque los indígenas no podían pronunciar bien la r española, de
manera que Cortés y Malintzin eran conocidos por casi el mismo nombre. Luego,
al tratar de pronunciar este nombre náhuatl, los españoles cambiaron el sonido
suave de tzin-é a la ch española y el resultado fue Malinche.
Díaz del Castillo coincide en que, debido a su asociación
cercana con Marina, a Cortés también lo llamaban Malinche, lo cual, de acuerdo
a Díaz, se traduce como "El capitán de Marina". En el libro Conquest
of Mexico, Prescott también afirma que Cortés era llamado Malinche, pero lo traduce
como "capitán" y dice que La Malinche quiere decir "La mujer del
capitán".
En la actualidad, los mexicanos de habla hispana usan la
palabra "malinchista" para referirse a "alguien que prefiere las
cosas extranjeras" y, para muchos, la palabra Malinche es sinónimo de
"traidor". Sus acciones representan a muchos el gran pecado.
Conjuntamente, su nombre es sinónimo de traidor. Un malinchista es una persona
que prefiere venderse por lo extranjero. Una persona puede venderse su raíz, su
patria o sus morales para ser considerada malinchista. Además, la Malinche dio
a luz a Martín Cortés, el hijo de Hernán Cortés. Por esa razón, es considerada
la madre de los mestizos aunque hubo otras mujeres violadas durante la
Conquista. Con tanto en su contra, sería terriblemente trabajoso cambiar el
paradigma.
La autora, Sandra Messenger Cypess, ha notado que han sido
muchos los autores que quieren cambiar la manera en que la Malinche es
personificada. Cambios sociales en la segunda mitad del siglo XX han traído a
luz aspectos diferentes de lo que hizo. No hay otra mujer durante la época de
la Conquista que se destaque como la Malinche. Por su sabiduría, tomó una
posición fundamental que ninguna otra mujer pudiera haber tomado y hay que
reconocerla porque la historia no sería la misma si ella no hubiera
participado.