martes, 10 de junio de 2014

Elsa, la imaginación y los valores para las nuevas generaciones


Elsa Bornemann es una reconocida doctora en Letras, educadora políglota y compositora argentina. Elsa es además, una de las escritoras más importantes de la literatura infantil y juvenil de Latinoamérica. Sus libros han sido editados en diversos idiomas, e incluso algunos de ellos fueron traducidos al sistema Braille, donde, los ciegos, podrán "leer" sus libros. Hija de Wilhelm Karl Henri Bornemann y Blancanieves Fernández, nació el 20 de febrero de 1952 en el barrio Parque Patricios de Buenos Aires, Argentina. Es maestra nacional, se recibió de Profesora en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se doctoró y obtuvo varios diplomas de estudio en idioma inglés, alemán, italiano, latín y griego clásico. Durante el Proceso de Reorganización Nacional, su libro "Un elefante ocupa mucho espacio" fue censurado y pasó a integrar la lista de autores prohibidos. Ese mismo cuento, fue galardonado con la Lista de Honor del Premio Internacional Hans Christian Andersen otorgado por IBBY (International Board on Books for YoungPeople) por primera vez para un escritor argentino, al considerárselo un ejemplo de la literatura de importancia internacional. En un reportaje Elsa recuerda el momento de la censura: "la evaluación que hago años después y, leyendo el decreto, es que la gente creyó que era por el primer cuento, que habla de la huelga. Yo lo escribí entre los años 72 y 75, cuando la huelga era un derecho de los trabajadores, e incluso la primera edición salió bajo gobierno democrático. Pero los quince cuentos tienen que ver con la justicia. Entonces, sabiendo todo lo que pasó, llego a la conclusión de que mi libro era intolerable para determinado grupo que estaba al mando en nuestro país: estaba prohibida la paz, la solidaridad; se instaló la fuerza de los contravalores o disvalores".

Más tarde, sus libros "Bilembambudín o el último Mago" y "Disparatario" fueron seleccionados para integrar la lista The White Ravens, distinción que otorga la Internationale Jugend bibliothek de Munich, Alemania. Ha realizado numerosos cursos y talleres sobre literatura tanto en Argentina como en otros países de América,de Europa y Japón. Muchas de sus obras han sido reproducidas en libros de lectura para la escuela primaria,en manuales de Literatura para distintos niveles, y en antologías argentinas y del exterior. Elsa falleció a los 61 años el 24 de mayo de 2013

Lo invitamos a leer cuento:  El elefante ocupa mucho espacio


Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar "en elefante", esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento:

Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.
— ¿Te has vuelto loco, Víctor? — le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula—. ¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!
La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche:
—Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras selvas...
— ¿De qué te quejas, Víctor? —interrumpió un osito, gritando desde su encierro. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida?
—Tú has nacido bajo la lona del circo... —le contestó Víctor dulcemente. La esposa del criador te crió con mamadera... Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad...
— ¿Se puede saber para qué hacemos huelga? —gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá.
— ¡Al fin una buena pregunta! —exclamó Víctor, entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...)
—Bah... Pamplinas... —se burló el león—. ¿Cómo piensas comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma?
—Sí —aseguró Víctor. El loro será nuestro intérprete —y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin dificultad y salió afuera. En seguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros.
Al rato, todos retozaban en los carromatos. ¡hasta el león!
Los primeros rayos de sol picaban como abejas zumbadoras sobre las pieles de los animales cuando el dueño del circo se desperezó ante la ventana de su casa rodante. El calor parecía cortar el aire en infinidad de líneas anaranjadas... ( los animales nunca supieron si fue por eso que el dueño del circo pidió socorro y después se desmayó, apenas pisó el césped...)
De inmediato, los domadores aparecieron en su auxilio:
— ¡Los animales están sueltos! —gritaron a coro, antes de correr en busca de sus látigos.
— ¡Pues ahora los usarán para espantarnos las moscas! —les comunicó el loro no bien los domadores los rodearon, dispuestos a encerrarlos nuevamente.
— ¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante!
— ¿Qué disparate es este? ¡A las jaulas! —y los látigos silbadores ondularon amenazadoramente.
— ¡Ustedes a las jaulas! —gruñeron los orangutanes. Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron. Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el tiempo detrás de los barrotes.
La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES.
Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres:
— ¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego! ¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas!
— ¡No usen las manos para comer! ¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Ladren! ¡Rujan!
— ¡BASTA, POR FAVOR, BASTA! —gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos—. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?
El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante:
—...Con que esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque... o nos envían de regreso a nuestras selvas... o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho.
Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África.
Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: en uno viajaron los tigres, el león, los orangutanes, la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor... porque todos sabemos que un elefante ocupa mucho, mucho espacio...

Y si te quedaste con ganas de más dos poesías para disfrutar:


Yo

Yo, el desvergonzado,
travieso, alocado,
que por ti me atrevo
y todo lo pruebo:
magia, equilibrismo
o malabarismo;
que bailo con zancos
o salto los bancos,
que ensayo piruetas
con mi bicicleta
o ando de cabeza
con las piernas tiesas;
que hasta disfrazado
paso por tu lado
para que me mires...
para que suspires
por el superpibe
que todo lo consigue...
no me animo, hermosa,
a hacer una cosa,
la más sencillita,
tan dulce y bonita
como tu mirada
-pichoncito de hada-
Ah, que tengo miedo,
que no, que no puedo
decirte un sincero
¡te quiero! ¡te quiero!


Puentes
Yo dibujo puentes
para que me encuentres:

Un puente de tela,
con mis acuarelas...

Un puente colgante,
con tiza brillante...

Puentes de madera,
con lápiz de cera...

Puentes levadizos,
plateados, cobrizos...

Puentes irrompibles,
de piedra, invisibles...

Y Tú...¡Quién creyera!
¡No los ves siquiera!

Hago cien, diez, uno...
¡No cruzas ninguno!

Más... como te quiero...
dibujo y espero.

¡Bellos, bellos puentes
para que me encuentres!

 en "El Libro de los Chicos Enamorados"

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