Las palabras curan,curan el alma, curan la heridas.
Las palabras sanan. Y en frente este dolor quiero empezar a pensar los motivos que me llevaron para querer tener un hijo.
Primero, no fue un motivo económico: un hijo no es una jubilación, no es para que ellos te cuiden. Me considero responsable de mi propia vida, y mientras pueda de mi persona.
No fue por miedo a la soledad: porque la soledad y yo nos llevamos bien, a veces yo la busco y otras ella me encuentra.
No fue un faltante, ni la genética, ni el Estado me dieron hijos. Y yo sigo entera, no soy mitad mujer, ni en segundo lugar.
No quería un hijo a cualquier precio. Siempre pensé en la responsabilidad del mañana y que tendré una persona distinta a mí, a la cual le tengo que explicar su origen. Y como explicar, te compré,te busque y no sé cual es tu historia, por ahí naciste en un laboratorio, alquile a tu madre.
Todo lo que haga está marcado. Y a la vez estoy convencida que el vínculo de madre se construye, no es algo dado por la génetica.
Otra de las razones es que yo no queria tener un hijo sola, sé lo que es tener un padre ausente, sé lo que se sufre. Pero el compañero que elegí era el mejor para mi y para nuestro hijo.
Yo quería tener un hijo no para que nos acompañe sino para que lo acompañarlo en este trayecto llamado vida. Era un regalo sin pedir nada a cambio. Es el amor que se quiere multiplicar en más amor.
Hermoso, tan digno de vos, Carmen querida!
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