jueves, 8 de marzo de 2018

Sororidad

Hoy es un concepto que suena en la redes sociales, proviene de pensadoras que realizaron su aporte al movimiento feminista. Soro proviene de la palabra hemana y busca un pacto, una unión de mujres más allá de las clases sociales, así lo establecia Kate Millet. Busca que las mujeres en distintos contextos dejen su rivalidad impuesta por patriarcado. La antropologa Marcela Lagar afinó este concepto para hablar de una amistad entre mujeres que se convierten en complices para trabajar juntas. Somos,  afirma,  dadoras de empatía y receptoras de hermandad.
Por mi parte,  en este norteargentino como en muchos lugares la violencia es un eje que atañe a todas: mujeres y niñas, que van desde el maltrato hasta el feminicidio. Pero desde mi pobre experiencia digo que no tengo sororidad con una empresaria que explota a familias inmigrantes en su taller clandestino. No tengo sororidad con una jueza que por más sea mujer piensa que a las niñas se la toca con cariño en un contexto de abuso. No tengo que ver con gobernante que cierra escuelas y despide a una docente que protestó, la docente embarazada.
Hoy hay una tendencia de idealizar el pasado, donde todas eras brujas y sabias, compatiendo sus saberes y unidas a la naturaleza, no niego que las haya habido, muchas de ellas pagaron con su vida la osadía de pensar diferente. Pero también el pasado nos muestra como en ese mismo momento la mujer era moneda de intercambio a través de casamientos. Además de imponerle la castidad como una objeto de mercancia. La mujer en la historia era y sigue siendo botín de guerra. Es una falacia pensar que el pasado fue mejor, pero se aprende de él.  Aún en el Imperio Romano había una diferencia entrre la señora y la esclava.
En conclusión: no es que no este de acuerdo con el concepto pero no hay sororidad sino hay conciencia y sin lucha de clases, sino este concepto se vuelve vacío y una fantasia.
Yo eligo marchar con mi clase. 
Simplemente Carmen

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