Llega el otoño con su melancolía, con ese tibio sol que
bosteza al salir, la mañana con la brisa fresca envuelve todo el lugar. De a poco las casas se despiertan, y de algunas de ellas el aroma a café indica el comienzo de la
jornada, todo tiene su ritmo sereno. El
paisaje cambia, los palos borrachos ofrece a esta estación sus flores para
darle un color. Las hojas de los árboles ya se pierden su verdor, estos lloran
lagrimas de plata, que el distraído barrendero las junta sin darle importancia
en monótono quehacer diario.A pesar que el viento juega con las hojas y hace que el trabajo del barrendero sea como el castigo a Sísifo. El tren con su bocina despierta a todos como diciendo:Hora de trabajar. Levanto la
ventana, y respiro, agradezco a la vida, sonrío y pienso: comienza un nuevo ciclo que
tiene su encanto.
Simplemente Carmen
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Villa España, Buenos Aires, 2009 |
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