Manuela Sáenz ha sido una de
esos sostenes más destacados de la historia, dado que le tocó acompañar como
mujer a Simón Bolívar, padre de la patria venezolana y una de las
personalidades más destacadas de la emancipación americana.
Cabe destacarse que durante su tiempo, e incluso inmediatamente
después, Manuela, fue denostada e ignorada por la historia, una de las razones es su condición de amante de Simón Bolívar. Recién en el siglo
XX se recuperó su aporte fundamental y recibió por tanto el trato de heroína de
la patria. Su contribución a la independencia americana y su lucha a favor de
los derechos de las mujeres tuvieron mucho que ver en ello.
Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada Manuelita
Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1859) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor
J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó
en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le
valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del
Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente
numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el
curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que
fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil.
Manuela fue educada en el convento al Convento de las Monjas Conceptas
después de la muere de su madre. Luego completó su educación en el Monasterio
Santa Catalina de Siena, la cual incluyó los típicos quehaceres domésticos que
una señorita de ese tiempo debía conocer a la perfección, a los diecisiete años
se escapa de allí, para 1817, asentada en Perú, Manuela contrae matrimonio con
un rico médico inglés mucho mayor que ella y a partir de este momento queda
totalmente aceptada y vinculada a la aristocracia del Virreinato de Perú.
También para este tiempo se produciría su acercamiento a las ideas
emancipadoras y por tanto realizaría una importante cantidad de actividades en
este sentido. Por tales acciones recibió de parte de José de San Martín la
distinción de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú.
En 1822 regresa a su patria para reclamar una herencia y allí
conocerá a Simón Bolívar, quien pronto se convertiría en su gran amor y amante
y juntos estarían hasta el último día de la vida de éste. Manuela acompañó a
Bolívar en muchas de sus campañas y una vez que finalizó la liberación se asentaron
en Santa Fe de Bogotá. El 25 de septiembre de 1828, gracias a su intuición, lo
salvó de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander, enfrentándose a
los conspiradores mientras su protegido huía descolgándose por una ventana; a
raíz de este acontecimiento Bolívar, de regreso a palacio, le dijo: "Eres
la Libertadora del Libertador". Solía organizar en su casa
representaciones en las que era habitual la burla hacia los enemigos del
Libertador; la "quema de Santander" era una de las actuaciones
preferidas. Los amores eran nocturnos y se prolongarían hasta la huida de
Bolívar a Santa Marta en 1830.
A pesar de estar formalmente unida a otro hombre,
Manuela, se negó sistemáticamente a regresar con él y eligió a Bolívar como el
gran compañero de su vida.
Cuando Bolívar fallece en el año 1830, la situación de Manuela se
complica y es desterrada a Colombia para luego exiliarse en Jamaica. En el año
1835 intenta regresar a su país pero la revocación de su pasaporte se lo impide
y entonces se asienta en la ciudad peruana de Paita. En este lugar pasaría el
resto de su vida dedicándose a la venta de tabaco y a realizar traducciones en
inglés. Una epidemia de difteria termina con su vida el 23 de noviembre del año
1856, a
los 59 años de edad.
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