jueves, 7 de agosto de 2014

Manuela: La liberadora del libertador

Manuela Sáenz ha sido una de esos sostenes más destacados de la historia, dado que le tocó acompañar como mujer a Simón Bolívar, padre de la patria venezolana y una de las personalidades más destacadas de la emancipación americana.
Cabe destacarse que durante su tiempo, e incluso inmediatamente después, Manuela, fue denostada e ignorada por la historia, una de las razones es su condición de amante de Simón Bolívar.  Recién en el siglo XX se recuperó su aporte fundamental y recibió por tanto el trato de heroína de la patria. Su contribución a la independencia americana y su lucha a favor de los derechos de las mujeres tuvieron mucho que ver en ello.

Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada Manuelita Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1859) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil.
Manuela fue educada en el convento al Convento de las Monjas Conceptas después de la muere de su madre. Luego completó su educación en el Monasterio Santa Catalina de Siena, la cual incluyó los típicos quehaceres domésticos que una señorita de ese tiempo debía conocer a la perfección, a los diecisiete años se escapa de allí, para 1817, asentada en Perú, Manuela contrae matrimonio con un rico médico inglés mucho mayor que ella y a partir de este momento queda totalmente aceptada y vinculada a la aristocracia del Virreinato de Perú. También para este tiempo se produciría su acercamiento a las ideas emancipadoras y por tanto realizaría una importante cantidad de actividades en este sentido. Por tales acciones recibió de parte de José de San Martín la distinción de Caballeresa de la Orden El Sol del Perú.
En 1822 regresa a su patria para reclamar una herencia y allí conocerá a Simón Bolívar, quien pronto se convertiría en su gran amor y amante y juntos estarían hasta el último día de la vida de éste. Manuela acompañó a Bolívar en muchas de sus campañas y una vez que finalizó la liberación se asentaron en Santa Fe de Bogotá. El 25 de septiembre de 1828, gracias a su intuición, lo salvó de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander, enfrentándose a los conspiradores mientras su protegido huía descolgándose por una ventana; a raíz de este acontecimiento Bolívar, de regreso a palacio, le dijo: "Eres la Libertadora del Libertador". Solía organizar en su casa representaciones en las que era habitual la burla hacia los enemigos del Libertador; la "quema de Santander" era una de las actuaciones preferidas. Los amores eran nocturnos y se prolongarían hasta la huida de Bolívar a Santa Marta en 1830. A pesar de estar formalmente unida a otro hombre, Manuela, se negó sistemáticamente a regresar con él y eligió a Bolívar como el gran compañero de su vida.
Cuando Bolívar fallece en el año 1830, la situación de Manuela se complica y es desterrada a Colombia para luego exiliarse en Jamaica. En el año 1835 intenta regresar a su país pero la revocación de su pasaporte se lo impide y entonces se asienta en la ciudad peruana de Paita. En este lugar pasaría el resto de su vida dedicándose a la venta de tabaco y a realizar traducciones en inglés. Una epidemia de difteria termina con su vida el 23 de noviembre del año 1856, a los 59 años de edad.

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