jueves, 31 de julio de 2014

Tejedora de sueños

Me cautivó la mirada aquella mujer,
y detuve mis pasos.
Su mano encallecida,
testigo fiel de sufrimientos y sinsabores,
se movía como una mariposa, entre los bolillos,
como quien acaricia una nube.
Lentamente,
como una gota besa una estalactita,
como el agua del río acaricia los tajamares,
iba brotando una melodía de encajes y de ternuras,
El tiempo se había detenido conmigo
para contemplar la escena teñida de encanto.
Y pensé:
¡cuánto encaje de bolillos ha hecho Dios conmigo!
¡cuánta ternura en sus manos
para hacer encaje de mis hebras,
para modelar mi arcilla reseca,
para afinar la melodía de mi vida
con tantos desafinos descolocados!
Se cruzaban los hilos, se anudaban mil veces,
¡ay! y se rompían...
pero aquella mujer, de la mano del tiempo,
no perdía la sonrisa
y su mano se volvía caricia inquieta,
y empeño sereno por acabar su obra.
Y al final
vio que todo era bueno.
María Teresa Arias
    
   

martes, 29 de julio de 2014

Historia de unos bocaditos


   Había una vez, en una lejana aldea, una pequeña casa. En esa pequeña casa, habitaban personas también muy pequeñas. Eran todas ellas mujeres y niñas. Todos los días, muy temprano, con sus manos limpias y sus vestidos de trabajo, ellas iban a la cocina a amasar bocaditos. Trabajaban todo el día de sol a sol, y ponían mucha creatividad y cariño en la fabricación. Realmente disfrutaban de lo que hacían. Los bocaditos eran de mil formas y colores: blancos, rojos, verdes, amarillos, redondos, cuadrados, triangulares. Al terminar la tarea, llenaban canastos y canastos con todos los bocaditos y los colocaban en la puerta de la casita. Luego los venían a buscar para ser llevados a otra casa: la casa grande, donde habitaban los varones. Así, todos los días. 
   Había entre las mujeres una jovencita llamada Sabri, muy curiosa e intuitiva. Quiso un día saber qué sucedía con los bocaditos. Entonces, decidió esconderse en una de las canastas para poder llegar a la casa grande.  Esperaba ansiosa conocer el destino de los bocaditos que con tanto esmero amasaban en la casa pequeña. Y así, llegó. Espiando por debajo del mantel que cubría el canasto vio la gran cocina de la gran casa. Allí logró ver cómo los
bocaditos eran llevados a una gran sala, en donde los varones leían el diario, miraban fútbol en la tele, conversaban, fumaban y tomaban cerveza. Sin mirarlos, los bocaditos iban y venían. Los hombres los tragaban y engullían. Y por esta imagen, Sabri se entristeció al no escuchar ni siquiera un comentario sobre los bocaditos, sus formas y colores. ¡Tanto esfuerzo! Vinieron a su memoria las manos de las mujeres y las niñas creando, jugando, trabajando...
   Sabri decidió regresar. Pensaba y repensaba cómo contar a sus compañeras lo que había visto. No encontraba forma ni palabras para poder explicar semejante desilusión. En cuanto llegó, fue a contarles, con el rostro compungido pero con ternura, lo que sucedía en la casa grande. Ellas escucharon atentamente a Sabri. Algunas lloraron. Otras se llenaron de rabia y gritaron. Otras optaron por no creerle. Otras sí le creyeron, pero lo olvidaron pronto. Otras no lograban comprender del todo. Otras, aún indignadas, decidieron hacer algo. Convocaron a todas para discutir y pensar juntas qué hacer. Después de mucho dialogar, tomaron una decisión: no harían más bocaditos para la casa grande.
   Así pasó una semana. Y dos. Y tres. Hasta que los varones tuvieron hambre y cayeron en la cuenta de que no llegaban los bocaditos. Entonces recordaron lo que muchos habían olvidado: la casa pequeña y sus personitas. Algunos se enfurecieron. Otros no entendían la situación. Otros se sintieron defraudados y abandonados. Pasado el tiempo, vieron que ellos podían aprender a amasar bocaditos tan bien como lo hacían en la casa pequeña.
   Mientras tanto, las mujeres se encontraron con tiempo de sobra y, si bien al principio no sabían qué hacer con él, descubrieron que podían hacer de ese tiempo un tiempo para ellas. Algunas se convirtieron en artistas; otras quisieron trabajar la tierra. Otras comenzaron a estudiar. Y fueron creciendo y creciendo junto con la casa, antes pequeña, que pronto recuperó su tamaño normal. Y así, en la aldea, ya no había más pequeños y grandes, sino iguales. Y en la memoria de todas las mujeres, Sabri fue recordada como aquella que, con ternura, se atrevió.

                                              Adela Turín y Margarita Saccaro (Adaptación)


domingo, 27 de julio de 2014

Allí estás

Allí estás sufriendo,
inocente clavado en dos maderos,
con tu sangre en tus manos
y abierto tu costado.

Pero también estás vivo,
en el hermano, en el que sufre,
en el hambriento, en los niños,
y caminado a mi lado.

Es allí donde quisiera reconocerte,
seguirte y servirte.
Todo lo que haga por ellos,
 a vos te lo hago.
                                                                                                                Simplemente Carmen

Misión de Formosa 2008

viernes, 25 de julio de 2014

Vivir sin etiqueta

Soy una persona,
soy parte de la humanidad,
pero hoy en día
hay una nueva enfermedad,
el etiquetar a todos los demás:
Si eres creyente,
eres un tonto que te dejas llevar,
si no crees eres un imbécil
que pierde el sentido de la vida
Si eres bueno eres un boludo,
si no te preocupas eres un egoísta.
Las personas, la familia
el Estado y  la iglesia, se meten en tu vida
y si eres mujer en tu cama también,
Y te dicen cuántas relaciones debes tener,
cuantos hijos debes parir.
Todos buscan etiquetarte,
si eres de derecha, izquierda,
creyente no creyente,
heterosexual homosexual, bisexual.
Si eres gorda,  flaca, negra, blanca.
Yo quiero vivir sin etiquetas,
y no ponerla a los demás,
solamente ir por la vida
buscando la felicidad,
mirando a lo demás a los ojos,
para empezar a vivir sin etiquetas.
Simplemente Carmen
                                                

miércoles, 23 de julio de 2014

Escuchamos los gritos de dolor y contruyamos la esperanza de vida de nuestro pueblo

  (Éxodo  3, 7. 10)
Este pequeño aporte a las comunidades se refuerza en las ideas:
Escuchar la realidad: abrir los ojos ante estas realidades de nuestras comunidades que nos impacta y nos duele,  no para quedarnos conmovidos sino para movilizarnos,  llevado a la vida los verbos que Dios realiza para su pueblo: ve, escucha, baja y libera. Teniendo en cuentas las distintas problemáticas que se presentan: desnutrición infantil, el desempleo, delincuencia, violencia, la educación, las adiciones, etc.
Construir la esperanza: Dentro del pueblo existen los gestos  que se manifiestan y dan vida y esperanza. Estas mediaciones  que se comprometen con la realidad y se ponen manos a la obra para dignificar  la vida de nuestro pueblo.
Para esto nos basamos en la lectura de Éxodo 3, 1-15
En este texto encontramos a Dios que ve, escucha, conoce y baja a liberar a su pueblo de la esclavitud. En estas acciones concretas revela su identidad y su esencia, es un Dios que se juega a favor de la vida y libertad del pueblo oprimido. Dios se presenta,  en primer lugar, como el Dios de los padres; contrapone la mirada divina que baja al clamor de los oprimidos que sube. El resto toma los motivos de la  de vocación/misión de Moisés, pero con un relieve particular en la respuesta de Dios: “yo estaré contigo”, el “ir al faraón” y “sacar a los israelitas” marca la meta, la liberación del pueblo. Desde esa promesa “yo estaré contigo” del v. 12 a,  está vinculado su  nombre, Yahvé, que tiene una relación muy probable con el verbo semítico “ser/estar”. Recuperar la memoria del éxodo, como se dice, implica también recuperar el nombre de Yahvé que los hebreos dieron a su Dios y que nuestro texto de Ex 3 liga fundacionalmente al acontecimiento de la liberación. Es el nombre de los oprimidos y liberados, no de los opresores. El faraón nunca lo pronuncia; los israelitas lo celebran con gozo (Ex 15,1ss). Por tanto, su nombre y su culto son vedados a los opresores. Para los oprimidos en cambio, aquel nombre resuena expansivamente desde la “memoria” del éxodo hasta los procesos actuales de liberación. Hay que recuperar el kerigma cristalizado en torno de este nombre. “Yahvé” es un nombre  para los hombres que luchan por la liberación
 A partir del texto, los interrogantes que son:
  • ¿Qué gritos, denuncias, problemas, plantea nuestra comunidad parroquial/barrial?
  • Ante la exclusión ¿Qué signos de esperanza podemos observar: cómo se organiza, qué realiza?
  • ¿Cómo nos comprometemos como cristianos ante las problemáticas o cómo nos sumamos a las respuestas de la comunidad?
A modo de oración proponemos: Escuchar El Propio Grito de Suny Torres m.c.

Escuchar el propio grito,
que resuena muy dentro
a veces con fuerza,
con broca con llanto.
A veces suave,
un murmullo, un suspiro,
pero grito al fin
escuchar el propio grito.

Que va confesando sus necesidades,
exponiendo sus búsquedas sinceras.

Que va desgranando ilusiones, 
desplegando sueños,
sembrando esperanza. (bis)
Escuchar el propio grito…

Lecturas propuestas para la celebración de la misa:
Éxodo 3, 7-11
Salmo.  103, 1-18
Gálatas 3, 26-4, 7
Evangelio Marcos 7, 31-37
En la Primera Lectura encontramos a Dios que ve, escucha, conoce y baja a liberar a su pueblo de la esclavitud. En estas acciones concretas revela su identidad y su esencia, es un Dios que se juega a favor de la vida y libertad del pueblo oprimido.
El salmo nos invita a celebrar las obras y las acciones de Dios no solo de manera individual sino en toda la comunidad (a partir del versículo 10, se desarrolla de manera plural) la misericordia de Dios toma sentidos cósmicos sobre todo con las más débiles.
En la lectura de Gálatas, el apóstol afirma que por la fe somos hijos de Dios sin distinciones (geográficas, sociales, políticas)  “No hay diferencias; judío, gentil, libre, esclavo, varón, mujer. El Espíritu nos hace llamarlo: Padre, por lo tanto, somos hermanos.
En el evangelio, La Buena Noticia, traspasa las fronteras geográficas (Decapolis, territorio de Tiro). El sordo mudo representa al pueblo que una vez liberado por Jesús, pregonara el Evangelio.
El Dios vida y liberador, nos bendiga y nos anime a anunciarlo, y a denunciar los modos que oprimen al pueblo.
                                                                                          Simplemente Carmen

martes, 22 de julio de 2014

Gioconda: una mujer que combina, lo erótico, lo político, lo mítico y lo poético.

Gioconda Belli, es una de las más prestigiosas poetisas, ensayistas y narradora, nació el 9 de diciembre de 1948 en Managua (Nicaragua). Vivió en el seno de una familia acomodada, su padre, Humberto Belli, era empresario y su madre, Gloria Pereira, fue fundadora del Teatro Experimental de Managua. Gioconda fue la segunda de cinco hermanos. Estudió en el Colegio de La Asunción en Managua y en el Real Colegio de Santa Isabel en Madrid, España, donde obtuvo el bachillerato en 1965. Tras obtener un diploma en Publicidad y Periodismo en Filadelfia, Estados Unidos, regresó a Managua y en 1967 contrajo matrimonio. Su primera hija, Maryam, nació en 1969. Sus poemas aparecieron por primera vez en 1970 en el semanario cultural del diario La Prensa de ese país. Su poesía, considerada revolucionaria en su manera de abordar el cuerpo y sensualidad femenina, causó gran revuelo. Su libro “Sobre la grama” le ganó en 1972, el premio de poesía más prestigioso del país en esos años, el “Mariano Fiallos Gil” de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.



Fue una firme opositora a la dictadura de Somoza, por lo que tuvo que exiliarse a México y Costa Rica y 
se integró a las filas del FSLN, organización en la que militó desde 1970 hasta 1994. Fue miembro de la Comisión Político-Diplomática del FSLN. Fue correo clandestino, transportó armas, viajó por Europa y América Latina obteniendo recursos y divulgando la lucha sandinista.En 1978, obtuvo el prestigioso Premio Casa de las Américas (Cuba) en el género poesía por su libro Línea de Fuego. Belli se casó por segunda vez y tuvo a sus hijos Melisa y Camilo.Tras el triunfo sandinista fue representante sandinista ante el Consejo Nacional de Partidos Políticos y vocero del FSLN en la campaña electoral de ese año.Dejó la vida política para dedicarse a escribir su primera novela, sin dejar nunca de lado la poesía. En 1988, Belli publicó su primera novela La Mujer Habitada, que fue un éxito clamoroso de amplia resonancia internacional.


En 1990, se publicó la segunda novela, Sofía de los Presagios. En 2001 apareció en El País bajo mi piel, un testimonio-memoria de sus años en el sandinismo.
Se casó por tercera vez en 1987 con Charles Castaldi con el que tiene una hija, Adriana, nacida en 1993. En febrero del 2008 publicó su última novela El infinito en la palma de la mano, galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2008 de la editorial española Seix Barral, y recientemente con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.

Sin duda la escritora mas completa de Nicaragua en las últimas décadas, Gioconda Belli  expresa una feminidad desnuda,  donde también recoge su experiencia maternal,  la vida domestica doméstica,  la política con bienestar burgués y limitaciones de su clase.
Para disfrutar dos de sus poemas:



Y Dios me Hizo Mujer
Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.


¿Qué sos Nicaragua? 


¿Qué sos
sino un triangulito de tierra
perdido en la mitad del mundo?

¿Qué sos
sino un vuelo de pájaros
guardabarrancos
cenzontles
colibríes?

¿Qué sos
sino un ruido de ríos
llevándose las piedras pulidas y brillantes
dejando pisadas de agua por los montes?

¿Qué sos
sino pechos de mujer hechos de tierra,
lisos, puntudos y amenazantes?

¿Qué sos
sino cantar de hojas en árboles gigantes
verdes, enmarañados y llenos de palomas?

¿Qué sos?


sino dolor y polvo y gritos en la tarde,
-"gritos de mujeres, como de parto"-?

¿Qué sos
sino puño crispado y bala en boca?

¿Qué sos, Nicaragua
para dolerme tanto?

domingo, 20 de julio de 2014

A mis amigos

"Un amigo fiel es un refugio seguro:
el que lo encuentra ha encontrado un tesoro.
Eclesiástico  6:15"
 
Para escribir estas palabras:
invoqué a mis recuerdos,
navegué por internet,
busqué filósofos y poetas
que me explicaran la amistad.
No encontré la solución
y después de mucho pensar,
llegué a esta conclusión:
compartir contigo
el camino de la vida
es toda una aventura
con sueños de quijote
y en esta loca realidad
sólo quiero decirte
conmigo puedes contar.
Todo eso y mucho más
es nuestra amistad.

II

Con estos pocos versos
un  enorme gracias quiero darte.
Por el camino recorrido
y además compartido,
puedo decir que mi amigo
es sencillo y muy tranquilo.
No le gustan los honores
pero sí los ricos sabores,
por las tardes: mate amargo
y en la mesa un buen vino,
pero siempre con amigos.
Si tiene algún defecto,
es ser hincha de Boca
el que le encuentro.
Él navega a todos lados
sin un barco, desde un teclado.
De la Palabra, enamorado
y de su animación, preocupado.
Desde joven idealista,
sigue las huellas de Alguien
que vivió hace tiempo atrás,
y en él lo reconocerán.
Es mi amigo,  y yo lo quiero,
aunque hace tiempo que no nos vemos,
Dios como un regalo me lo ha dado,
y  en mi corazón está guardado. 
Simplemente Carmen
(Para Gaby y Roque 
y con ellos para todos mis amigos)

viernes, 18 de julio de 2014

Hagamos un pacto


Hay días que me enfrento a vos, mi rival,
esa, que todo lo que hago está mal.
 Esa  que me dice por donde tengo que ir,
 y nunca llego a la meta
 porque jamás cumplo las expectativas.
Hablo contigo, quiero de una vez
poner algunas cosas claras entre las dos,
pero vos me seguís en mis pensamientos,  
diciendo cómo actuaría una mujer de verdad;
Pero vos no sos de verdad,
estas dentro de mí y sin mí no podes vivir,
así que de una vez hagamos las paces.
Acéptame como soy,  nunca voy a hacer lo que vos querés ,
no está en mi ser alguien que no  soy.
No me hables como actuarías
porque yo soy así con mis defectos
y errores pero también con mis virtudes,
y así andaré por la vida, sin pretender ser más que nadie.
Hagamos un pacto porque debemos convivir
y ya que vos amas lo que yo amo, a tu manera,
aceptá  mi humanidad, y yo aceptaré tu perfección sin pretenderla.
Buscaremos un equilibrio entre las dos y viviremos en paz.
Simplemente Carmen
Dibujo: Sara Fratini

miércoles, 16 de julio de 2014

Busco ser feliz

Siempre soy la culpable de todo,
la mala de la película,
la bruja del cuento,
la que le dio la manzana  a Adán,
la que abrió la caja de todos los males,
la excusa perfecta
para la guerra con Troya,
la que se alía al enemigo
en contra de su pueblo, 
la que trae la maldición,
a la que nadie cree,
la que no sigue las costumbres,
la que separa a la familia.
Soy a la que hay que callar,
la que hay que dominar,
la que hay que quemar en la hoguera.
Pero yo les digo,
solo soy una mujer,
que quiere pensar,
sentir, amar, vivir
y sobre todo busco
con todas mis ansias ser feliz.
                                                                                           Simplemente Carmen

lunes, 14 de julio de 2014

Desde mi ventana de mujer

          Leila Al-Safadi, Jefa de redacción del diario Baniyas, en el ocupado Golan
 
Desde la ocupación del Golan, hace cuarenta años, la autoridad ocupante israelí niega el permiso a cualquier persona del Golan que quiera visitar a su madre patria Siria y ver a sus familiares. Estas autoridades ciegan sus ojos a lo más sencillo de los derechos humanos. Hace pocos años Israel permitió a los hombres religiosos hacer una visita relámpago a un templo en Siria, también permite a algunos estudiantes cruzar la frontera anualmente… fuera de eso no hay contacto real entre la población a ambos lados de la valla. No se sabe quién es la parte mas interesada en la prohibición, cuál es el beneficio que se gana con este cierre humano.
Por qué se niega este derecho natural al sector más amplio, a las mujeres y los niños.nEnseguida les voy a relatar algunos ejemplos sobre el sufrimiento de los habitantes bajo la ocupación. Soy activista y periodista, y he vivido estas experiencias con todos sus detalles desde la celebración de mi matrimonio en Damasco hasta mi llegada al Golan el año 1998. Vivo la experiencia del cierre… de las ansias y la nostalgia hacia mi primera casa, y de cómo muchas mujeres no pudieron acompañar a mi padre en sus últimas horas de vida.

El sueño de la visita al Golan

Mi pequeña niña Salma pensaba que su padre es mi padre, nunca me ha escuchado decir a mí, padre o madre. Su primera experiencia de alejamiento fue su primer día en la guardería. Preguntó llorando por primera vez: «Madre donde están tus familiares». Las palabras se diferencian y las historias e imágenes varían pero los hechos son los mismos: la tristeza, el dolor y las lágrimas, todas son comunes. Se corta o se alarga nuestra ausencia, se hace grande o pequeño nuestro dolor, olvidamos, recordamos, sufrimos, lloramos, crecemos, y probablemente morirás solo… ¿quién sabe? Quién se interesa por ti, si creciste o viviste, tu simple y sencillo sueño te priva de tu presente felicidad y te combate, el regreso a tu primera casa, al barrio, a los amigos, y al lugar de las memorias de la infancia. Escarbo en el corazón y observo que las lágrimas nunca se secan, o tal vez se secan. Este alejamiento te distrae y te hace sentir en muerte lenta, parcial, cuando te separa años de quien amaste sin contacto verdadero, eso es muerte de otro tipo. Cuando dejas la cara de tu madre brillante y la encuentras después de años llena de arrugas, probablemente seas tú la causa de la mitad de estas arrugas. ¿Te vas a llorar a ti misma? A tu madre, ¿quién sabe cuándo será la próxima vez que vayas a verla o escucharla?
Probablemente creyeron que somos aficionados a la muerte, sufrimiento y llanto. Probablemente sienten cómo seguir viendo una película árabe, antigua, llena de emoción y sentimiento. Emad, residente del ocupado Golan, estudió en Damasco y se casó allí y tuvo dos hijas, pero la muerte estaba más cerca que el abrazo de sus padres y su pueblo. Murió a causa de un grave accidente en Damasco y fue enterrado en circunstancias aún más duras  en su pueblo Majdel Shams. Cuando una tragedia empieza en el Golan es difícil que termine en estas circunstancias, Emad se desvaneció pero dejó a su esposa y dos niñas que dan un poco de consuelo a sus parientes, pero la esposa es de nacionalidad siria que pudo llegar al Golan en condiciones excepcionales para despedir a su difunto esposo, darle el ultimo adiós y para conocer por primera vez a su pueblo y sus familiares. La obligaron a regresar a Siria después de una estancia de un mes por no tener los documentos necesarios de estancia; regresó cargada con sus tristezas y preguntas que no terminan. ¿Dónde voy a vivir y donde crecerán las niña? (...)

¿Cómo vivir así?
Me hubiera sentido derrotada permanentemente si no hubiera pasado el cruce cuando recibí la mala noticia del fallecimiento de mi padre hace pocos días, no tengo cuerpo que aguante los sentimientos de tristeza y enojo y frustración y la incapacidad, nada  me tranquiliza más que un profundo grito en su lugar apropiado, atormentando el crucero creando en «la sencillez de mi requisito». Qué puede hacer o afectar mi tristeza en el camino de sus guerras u obras de paz, o que afecte la seguridad de Israel, el cruce para mí era una victoria interna sencilla, era una respuesta bonita a una persona muy querida que he amado mucho, hasta en su muerte me ofreció su último regalo: más decisión, fuerza y experiencia de nuevos sentimientos confusos.
No es nuestro destino nacer y morir en la sombra de la ocupación, tampoco es nuestro destino que nos persigan las tristezas y los sufrimientos, la verdad es que hay ahora mujeres golanitas que están sufriendo y padecen privaciones de los derechos humanos más sencillos como es el contactar con sus seres amados, sus amigos y su patria. ¿Quién nos quiere quitar de por vida este sencillo sueño? ¿Quién es el beneficiado de encerrar a las mujeres golanitas como rehenes de sus emociones, agitaciones y nostalgia? Los asuntos humanitarios deben ser resueltos, no pueden posponerse tus asuntos humanitarios hasta que se termine la ocupación, si no guardas una parte de humanidad, la ocupación no se vence nunca. Alguien pregunta por qué nos aferramos a querer vivir junto a los que viven en el otro lado de la ocupación. ¿Cuántas veces me han dicho que es doloroso y costoso casar a las golanitas con esposos de la madre patria Siria, o casar a las mujeres sirias con esposos del Golan? Hay un precio que se deba pagar, dicen, así que ¿por qué tomar este riesgo?
Se puede responder a esta pregunta con claridad: ¡Porque amamos! O porque matamos el sueño y no nos rendimos. Desde luego casarse con un joven golanita implica una aventura y muchas veces escucho palabras duras: «Que se enfrente con los resultados de su decisión, ¿es que no sabía de esta realidad? ¡Que se quede en su tierra!» Oímos muchos de estos comentarios ridículos y de criterio limitado. Al casarse las golanitas se ponen en circunstancias comunes desde el primer momento, la nostalgia de los familiares y los amigos será una causa común, que tus hijos crezcan en la casa de sus abuelos y estén relacionados con la guerra y la paz en la región, no aislados en un campo de concentración al aire libre. Después de aventurarte porque amaste, adorarás al que aventuraste, porque este amor amplió los límites de tu pertenencia y pensamiento, e hizo los dolores de la patria tuyos; la felicidad y la tristeza apegadas a ti, la victoria es tuya… y su vencimiento es derrota de tu espíritu. Estoy en buena salud ahora, mis familiares también, todo lo que deseo es lanzar una mirada a mi antigua casa, ver  a mi madre tocando a mi puerta en una madrugada caliente preguntando: ¿qué, estás ocupada hoy?
(Extraído del Libro: Palestina tiene nombre de mujer)

domingo, 13 de julio de 2014

Judit y Amira la misma historia

Reflexión y hermenéutica del libro de Judit 
a la luz de los acontecimientos de los bombardeos 
a Gaza por parte del Estado de Israel.

Cuenta la historia que babilónicos y asirios,
grandes enemigos e imperios de esa época,
se aliaron contra un pequeño pueblo llamado Israel; 
era un ejercito invencible y sangriento
frente a un grupo de hombres mal armados,
eran como David frente a Goliat,  

Allí había una viuda llamada Judit,
ella se sintió comprometida a actuar,
y con astucia, seducción y valentía,
se enfrentó al enemigo y le corto la cabeza.  
El guerrero más poderoso
cayó en manos de una mujer,
el cazador fue cazado.

El mensaje de este relato es que Dios
está de lado del desvalido,
actúa mediante personas que no las tenemos en cuenta.

Si se volviera a escribir está historia hoy en Palestina,
la protagonista sería árabe, se llamaría Amira,
sería también viuda porque su marido
fue asesinado por el ejército,
que como siempre, prepotente y poderoso,
cree tener la razón y que Dios está de su parte.

Ella a su vez quiere que sus lágrimas cesen,
busca con astucia e inteligencia sobrevivir
y resistir frente a tanto atropello,
sueña con poder trabajar,
que el ejército se retire y no asesine a sus niños,
que puedan ir a la escuela y que todos tengan lo necesario,
pero profundamente lo que ella quiere es vivir en paz.

Algún día Judit y Amira cantarán como hermanas al mismo Dios,
se darán cuenta que son parte de la misma historia,
que Dios esta de lado de los pequeños,
y serán benditas entre todas las mujeres,
mientras tanto,  tenemos que hacer realidad
que Amira pueda vivir en paz.
                                                         Simplemente Carmen

Foto de periodismo humano

jueves, 10 de julio de 2014

Juana de América

Juana Azurduy de Padilla  nació en 1780, en Chuquisaca, dicha ciudad  recibía los nombres de La Plata o Charcas, era una de las más importantes de la América española.
Heroína de la independencia del Alto Perú (actual Bolivia). Descendiente de una familia mestiza, quedó huérfana en edad muy temprana. Pasó los primeros años de su vida en un convento de monjas de su provincia natal, la cual fue sede de la Real Audiencia de Charcas.

En 1802 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, con quien tendría cinco hijos. Tras el estallido de la revolución independentista el 25 de mayo de 1810, Juana y su marido se unieron a los ejércitos populares, creados tras la destitución del virrey y al producirse el nombramiento de Juan Antonio Álvarez como gobernador del territorio. El caso de Juana no fue una excepción; muchas mujeres se incorporaban a la lucha en estos años.


Juana colaboró activamente con su marido para organizar el escuadrón que sería conocido como Los Leales, el cual debía unirse a las tropas enviadas desde Buenos Aires para liberar el Alto Perú. Durante el primer año de lucha, Juana se vio obligada a abandonar a sus hijos y entró en combate en numerosas ocasiones, ya que la reacción realista desde Perú no se hizo esperar. La Audiencia de Charcas quedó dividida en dos zonas, una controlada por la guerrilla y otra por los ejércitos leales al rey de España.

En 1810 se incorporó al ejército libertador de Manuel Belgrano, que quedó muy impresionado por el valor en combate de Juana; en reconocimiento a su labor, Belgrano llegó a entregarle su propia espada. Juana y su esposo participaron en la defensa de Tarabuco, La Laguna y Pomabamba.

Mención especial merece la intervención de Juana en la región de Villar, en el verano de 1816. Su marido tuvo que partir hacia la zona del Chaco y dejó a cargo de su esposa esa región estratégica, conocida también en la época como Hacienda de Villar. Dicha zona fue objeto de los ataques realistas, pero Juana organizó la defensa del territorio y, en una audaz incursión, arrebató ella misma la bandera del regimiento al jefe de las fuerzas enemigas y dirigió la ocupación del Cerro de la Plata. Por esta acción y con los informes favorables de Belgrano, el gobierno de Buenos Aires, en agosto de 1816, decidió otorgar a Juana Azurduy el rango de teniente coronel de las milicias, las cuales eran la base del ejército independentista de la región.


Tras hacerse cargo el general José de San Martín de los ejércitos que pretendían liberar Perú, la estrategia de la guerra cambió. San Martín quería atacar Lima a través del Pacífico, por lo que era necesario, para poder desarrollar su estrategia, la liberación completa de Chile. Esta decisión dejó a la guerrilla del Alto Perú en condiciones muy precarias; Juana y su marido vivieron momentos extremadamente críticos, tanto que sus cuatro hijos mayores murieron de hambre.

Poco tiempo después Juana, que esperaba a su quinto hijo, quedó viuda tras la muerte de su marido en la batalla de Villar (14 de septiembre de 1816). El cuerpo de su marido fue colgado por los realistas en el pueblo de la Laguna, y Juana se halló en una situación desesperada: sola, embarazada y con los ejércitos realistas controlando eficazmente el territorio. Tras dar a luz a una niña, se unió a la guerrilla de Martín Miguel Gümes, que operaba en el norte del Alto Perú. A la muerte de este caudillo se disolvió la guerrilla del norte, y Juana se vio obligada a malvivir en la región de Salta.

Tras la proclamación de la independencia de Bolivia en 1825, Juana intentó en numerosas ocasiones que el gobierno de la nueva nación le devolviera sus bienes para poder regresar a su ciudad natal, pero a pesar de su prestigio no consiguió una respuesta favorable de los dirigentes políticos. Murió en la provincia argentina Jujuy a los ochenta años de edad, el 25 de mayo de 1860, en la más completa miseria: su funeral costó un peso y fue enterrada en una fosa común. Sólo póstumamente se le reconocerían el valor y los servicios prestados al país.


Recién en 2009 la presidencia la  ascendió al grado de general a Juana Azurduy,  y será la primera mujer en ingresar al Ejército argentino.
Vídeo resumen de su vida:  Caras y Caretas TV, Mujeres argentinas


Canción: Juana Azurduy, interpretada por Mercedes Sosa, letra de Felix Luna y música de Ariel Ramirez. 

 

martes, 8 de julio de 2014

Mica: la lucha por la libertad de su pueblo

Su importancia histórica:

"El papel que desempeñó doña Micaela Bastidas Puyucawa tiene capital importancia para conocer la rebelión de Tinta. Puede asegurarse que, desde el primer momento, ella fue el principal consejero de Túpac Amaru, junto al rumoreado Consejo de los Cinco. Y aunque el caudillo actuó mediante decisiones propias, por sus ideas e iniciativas aparece la figura de esta enérgica y prócer mujer con los caracteres de un personaje de valor innegable"

Sus orígenes:

Josefa Puyucawa entró en relaciones con un Manuel Bastidas, seguramente negroide, y de esta unión natural nació una niña que bautizaron Micaela Bastidas Puyucawa. El nacimiento ocurrió en Pampamarca por 1742. De su infancia no sabemos nada.

Debió crecer al lado de sus padres y de sus hermanos Antonio y Miguel, también de sus tíos maternos. Nada más puede decirse, salvo que la niña se hizo mujer y esto lo vio Pampamarca.

Tuvo porte distinguido y belleza algo extraña: era esbelta de cuello, en la Sierra cosa infrecuente, señalando un testimonio de inspiración dieciochesca que fue "mujer notable por su hermosura". Intuimos que su belleza no fue estrictamente andina, sino que también influía su sangre africana. No en vano, años después, sus enemigos se referían a ella motejándola de "zamba". En todo caso era bella, de energía nada común y de personalidad acusada.


Su unión con José Gabriel Condorcanqui:

Tenía menos de veinte años cuando la pretendió José Gabriel. Formalizada la situación, Micaela pasó con sus padres a Surimana, los cuales comienzan a figurar como "españoles de dicho pueblo", y Manuel Bastidas a anteponerse un "Don" a su nombre. Se presume que el joven curaca dio facilidades a sus futuros suegros para cimentarse en el lugar, porque de otro modo habrían seguido residiendo en Pampamarca. La boda se efectuó en la iglesia del pueblo de Nuestra Señora de la Purificación de Surimana, en el altar mayor que todavía existe, el 25 de mayo de 1760. El matrimonio fue de españoles desde el ángulo social, fue indio desde el ángulo curacal y fue mestizo desde el ángulo racial, pero, por encima de todo, el matrimonio cristiano de don José Gabriel y Micaela estaba llamado a convertirse en un matrimonio histórico.

Ella lo llamaba a él cariñosamente “Chepe” (abreviatura de Jusephe) y él a ella “Mica” o “Micaco” (diminutivo afectuoso de Micaela). De la unión matrimonial de José Gabriel y Micaela vinieron al mundo tres hijos: Hipólito, el primogénito, nacido en Surimana en 1761. Mariano, que vio la luz en Tungasuca el 17 de setiembre de 1762 y Fernando, nacido también en Tungasuca en 1768. Sabemos que en la intimidad este hogar era feliz. De vez en cuando hubo pleitos conyugales, siempre cortos y pasajeros, pero tales disensiones no sirvieron sino para enraizar más la creciente felicidad de la pareja.

Lucha por la Independencia:
Sus cartas dirigidas a Túpac Amaru II durante la guerra evidencian su extraordinaria entrega a la causa revolucionaria. Muchos opinan que si el Inca hubiera tomado el Cusco en los primeros días del levantamiento, como lo exigía Micaela, hubiera sido casi imposible que los realistas la recuperaran.

Fue capturada tras el fracaso de la sublevación indígena liderada por Túpac Amaru II. Bastidas fue ejecutada por los españoles, quienes la maltrataron cortándole la lengua y golpeándola en el vientre mientras agonizaba.

Murió el 28 de mayo de 1781 en la Plaza de Armas del Cusco y su muerte fue presenciada por su esposo, José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II.

Fuente: Julio Villanueva Sotomayor

domingo, 6 de julio de 2014

¡El Reino ha llegado!

Mc 1, 14-20

En la Galilea de mi vida

y en el lago de mis días

estoy esperando,

realizando mi tarea cotidiana,

Parecía que todo estaba en calma,

pero no era así, la opresión se hacía sentir.

Y tú fijas tu mirada

me llamas por mi nombre

Pero ¿Quién puede resistir tu voz?

Dejare las redes de mi egoísmo

que me tenían atrapada,

te seguiré a donde vayas,

y en comunidad anunciaremos:

¡El Reino ha llegado!

y que buscamos una nueva sociedad.
                                                                             Simplemente Carmen

viernes, 4 de julio de 2014

Me gustan esas personas

Me gustan esas personas solidarias,
esas que se presentan y sin pedir nada a cambio,
dan todo lo que pueden y aun más,
esas personas que con poco hacen mucho.

Me gustan esas personas compañeras,
que están en las buenas y en las malas,
esas que te prestan un oído,
esas que siempre están.

Me gustan esas personas que regalan sonrisas,
abrazos, su amistad y su compañía,
porque para todo lo demás
sobreabunda en el mundo.

Me gustan sobre todo las personas que luchan,
aunque el destino les haga la contra,
esas que buscan alternativas donde no hay,
esas personas porfiadas que se esfuerzan por ser felices.

Con esas personas quiero compartir la vida,
los sueños y disfrutar el camino recorrido,
esas maravillosas y humanas personas,
ellas conmigo pueden contar.
                                                                                 Simplemente Carmen

martes, 1 de julio de 2014

La malinche (Novela de Laura Esquivel)

Al Viento.
Uno.


Primero fue el viento. Más tarde, como un relámpago, como una lengua de plata en el cielo, fue anunciada en el valle del Anáhuac la tormenta que lavaría la sangre de la piedra. Fue después del sacrificio que la ciudad se oscureció y se escucharon atronadoras descargas, luego apareció en el cielo una serpiente plateada que se vio con la misma fuerza en muy distintos lugares. Enseguida comenzó a llover de una manera pocas veces vista. Llovió toda la tarde y toda la noche y al día siguiente también. Durante tres días no cesó de llover. Llovió tanto, que los sacerdotes y sabios del Anáhuac se alarmaron. Ellos estaban acostumbrados a escuchar y a interpretar la voz del agua pero en esa ocasión sintieron que Tláloc, el dios de la lluvia, no sólo trataba de decirles algo sino que, por medio del agua, había dejado caer sobre ellos una nueva luz, una nueva visión que daría otro sentido a sus vidas, y aunque aún no sabían claramente cuál era, así lo sentían en sus corazones. Y antes de que sus mentes interpretaran correctamente la profundidad del mensaje, que el agua explicaba cada vez que se dejaba caer, la lluvia cesó y el sol resplandeciente se reflejó en la multitud de espejos, de pequeños lagos, ríos y canales que las lluvias habían dejado repletos de agua. 
Ese día, lejos del valle del Anáhuac, en la región de Pai-nala, una mujer luchaba por dar a luz a su primogénito. La lluvia ahogaba sus pujidos. Su suegra, que actuaba como partera, no sabía si prestar oídos a su parturienta nuera o al mensaje del dios Tláloc. No le costó trabajo decidirse por la esposa de su hijo. El parto era complicado. A pesar de su larga experiencia nunca había asistido a un alumbramiento como ése. Durante el baño en temascal —inmediatamente anterior al parto— ella no había detectado que el feto viniera mal acomodado. Todo parecía estar en orden. Sin embargo, el esperado nacimiento se tardaba más de lo común. Su nuera tenía un buen rato desnuda y en cuclillas pujando afanosamente y no lograba dar a luz. La suegra, previendo que el producto no pudiera pasar por la pelvis, comenzó a preparar el cuchillo de obsidiana con el que partía en pedazos el cuerpo de los fetos que no alcanzaban a nacer. Lo hacía dentro del vientre de sus madres, para que éstas los pudieran expulsar con facilidad y de esta manera al menos ellas salvaran sus vidas. De pronto, la futura abuela —arrodillada frente a su nuera— alcanzó a ver la cabeza del feto emergiendo de la vagina y retrocediendo al momento siguiente, lo cual le indicó que probablemente traía el cordón umbilical enredado en el cuello. De repente, una pequeña cabeza asomó entre las piernas de su madre, con el cordón umbilical entre los labios, como si una serpiente amordazara la boca del infante. La abuela interpretó esa imagen como un mensaje del dios Quetzalcóatl que en forma de serpiente se enredaba en el cuello y en la boca de la criatura. La abuela aprovechó la ocasión para meter su dedo y desenredar el cordón. Por unos momentos —que parecieron una eternidad—, nada sucedió. La fuerte lluvia era el único sonido que acompañaba los gemidos de la joven parturienta.
Después de que el agua habló, un gran silencio fue sembrado y sólo lo rompió el llanto de una niña a quien nombraron Malinalli por haber nacido en el tercer carácter, de la sexta casa. La abuela dio voces de guerrero para informar a todos que su nuera, como buena guerrera, había salido vencedora en su combate entre la vida y la muerte. Enseguida abrazó el cuerpo de su nieta contra su pecho y la besó repetidamente. La recién nacida, hija del tlatoani de Painala, fue recibida por los brazos de su abuela paterna. La abuela presintió que esa niña estaba destinada a perderlo todo, para encontrarlo todo. Porque solamente alguien que se vacía puede ser llenado de nuevo. En el vacío está la luz del entendimiento, y el cuerpo de esa criatura era como un bello recipiente en el que se podían volcar las joyas más preciosas de la flor y el canto de sus antepasados, pero no para que se quedaran eternamente ahí sino para ser recicladas, transformadas y vaciadas de nuevo. Lo que la abuela no alcanzó a percibir fue que la primera pérdida que esa niña iba a experimentar en su vida estaba demasiado cerca y, mucho menos, que ella misma se iba a ver fuertemente afectada. Así como la tierra primero había soñado con las flores, con los árboles, con los lagos y los ríos de su superficie, así la abuela había soñado con esa niña. Lo último que en ese momento hubiera pensado era que podría perderla. Presenciar el misterio de la vida era lo suficientemente impactante para evitar pensar en la muerte, en cualquiera de sus manifestaciones: el abandono, la pérdida, la desaparición. No, su mente y su corazón lo único que deseaban en ese momento era festejar la vida. Por tanto la abuela, quien había participado activamente durante todo el parto, miró con alegría y llena de embeleso cómo Malinalli abría los ojos y movía vigorosamente sus brazos.
Después de darle un beso en la frente, la depositó en los brazos de su padre, el señor de Painala, y procedió a efectuar el primer ritual del nacimiento, que consistía en el corte del cordón umbilical. Lo efectuó con una pieza de obsidiana que ella misma había preparado especialmente para la ocasión. La piedra había sido pulida con tanto esmero, que más parecía un refulgente espejo negro que un cuchillo. Al momento del corte, la pieza de obsidiana capturó los rayos de sol que se filtraban por el techo de palma y los reflejó con fuerza en el rostro de la abuela. Los poderosos rayos de luz del astro solar atravesaron las pupilas de la abuela con tal magnificencia que dañaron irremediablemente su vista. En ese momento pensó que tal vez ése era el sentido de los alumbramientos: el acercamiento a la luz. También comprendió que al estar ayudando a su nuera a dar a luz, se había convertido en un eslabón más de la cadena femenina formada por generaciones de mujeres que se daban luz unas a otras.
Enseguida, la abuela depositó cuidadosamente a su nieta sobre el pecho de su nuera para que le diera la bienvenida. Al escuchar el latido de su madre, la niña se supo en lugar conocido y dejó de llorar. La abuela tomó la placenta y salió a enterrarla junto a un árbol del patio trasero de la casa. La tierra estaba tan húmeda a causa de la lluvia que el entierro se efectuó mitad en la tierra y mitad en el agua. La otra mitad del ombligo de Malinalli más bien fue ahogada en la tierra. Con él se sembraba la vida y se le devolvía a la tierra su origen. El cordón que une a la tierra con el cielo entregaba el alimento al alimento. Pocos días después, la niña fue bautizada por su propia abuela, pues la tradición indicaba que debía hacerlo la partera que había traído una hembra al mundo. La ceremonia se realizó a la hora en que salió el sol. La niña estaba ataviada con un huipil y unas alhajas pequeñas que su abuela y su madre habían elaborado personalmente para ella, En medio del patio pusieron una palangana de barro pequeña y junto a ella colocaron una petaquilla, un hueso y una lanzadera. Sobre unos anafres de cerámica bellamente decorados, se puso a quemar copal.
La abuela, con un incensario en la mano, se dirigió hacia el lugar por donde el sol estaba saliendo y le dijo al viento:
—Señor del soplador, mueve mi abanico, elévame a ti, dame tu fuerza. Señor.
Como respuesta, un leve viento le rozó la cara y supo que el momento era propicio para el saludo a los cuatro vientos. Giró lentamente hacia los cuatro puntos cardinales mientras pronunciaba unas oraciones. Luego pasó el incensario por debajo del cuerpo de su nieta, quien era sostenida en vilo por las manos de sus padres, que la ofrendaban al viento. La pequeña figura, recortada sobre el azul del cielo, pronto se cubrió con el humo del copal, signo de que había comenzado su purificación. A continuación, la abuela dejó el incensario en su sitio y tomó a la niña entre sus brazos, la levantó nuevamente hacia el cielo, tomó agua con los dedos y se la dio a probar mientras decía:
—Ésta es la madre y el padre de todas nosotras, se llama Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, tómala, recíbela en la boca, ésta es con la que has de vivir sobre la tierra.
Luego, tomando agua nuevamente con los dedos, se la puso en el pecho mientras decía:
—Ve aquí con la que has de crecer y reverdecer, la cual purificará y hará crecer tu corazón y tus entrañas.
Finalmente, ayudada por una jicara, le echó agua sobre su cabeza mientras le decía:
—Cata aquí el frescor y la verdura de Chalchiuhtlicue, que siempre está viva y despierta, que nunca duerme ni dormita; deseo que esté contigo y te abrace y te tenga entre sus brazos para que seas despierta y diligente sobre la tierra.
Enseguida, le lavó las pequeñas manos para que no hurtara y los pies y las ingles para que no fuera carnal. A continuación, pidió a Chalchiuhtlicue, la diosa del agua, que sacara del cuerpo de la niña todo mal, que lo apartara, que se lo llevara con ella, y finalmente le dijo:
—A partir de hoy serás llamada Malinalli, ese nombre será tu sino, el que por nacimiento te corresponde.
Para finalizar la ceremonia, el padre de Malinalli la tomó entre sus brazos y le dijo las acostumbradas palabras de bienvenida, en las que se expresaba a manera de oración o de cántico el acogimiento que le daban a los recién nacidos a esta nueva vida:
—Aquí estás, mi hijita, la esperada por mí, la soñada, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí. Tú eres mi sangre, mi color, en ti está mi imagen. Mi muchachita, mira con calma: he aquí a tu madre, tu señora, de su vientre, de su seno, te desprendiste, brotaste. Como si fueras una yerbita, así brotaste. Como si hubieras estado dormida y hubieras despertado. Ahora vives, has nacido, te ha enviado a la tierra el señor nuestro, el dueño del cerca y del junto, el hacedor de la gente, el inventor de los hombres. En ese momento, el padre de Malinalli sintió en su mente una inspiración que no le pertenecía y en lugar de continuar con las tradicionales palabras de bienvenida, su lengua habló con otro canto:
—Hija mía, vienes del agua, y el agua habla. Vienes del tiempo y estarás en el tiempo, y tu palabra estará en el viento y será sembrada en la tierra. Tu palabra será el fuego que transforma todas las cosas. Tu palabra estará en el agua y será espejo de la lengua. Tu palabra tendrá ojos y mirará, tendrá oídos y escuchará, tendrá tacto para mentir con la verdad y dirá verdades que parecerán mentiras. Y con tu palabra podrás regresar a la quietud, al principio donde nada es, donde nada está, donde todo lo creado vuelve al silencio, pero tu palabra lo despertará y habrás de nombrar a los dioses y habrás de darle voces a los árboles, y harás que la naturaleza tenga lengua y hablará por ti lo invisible y se volverá visible en tu palabra. Y tu lengua será palabra de luz y tu palabra, pincel de flores, palabra de colores que con tu voz pintará nuevos códices.
Ese año de 1504, cuando el joven Hernán Cortés pisó la isla de La Española (isla que actualmente comprende República Dominicana y Haití) y se dio cuenta de que había un mundo que no era el suyo, su imaginación se llenó de deseos. Como buen hijo único, estaba acostumbrado a tener todo aquello que su antojo reclamaba. Durante su etapa de desarrollo nunca había tenido que compartir sus juguetes con nadie y, en consecuencia, era un niño caprichoso que en cuanto deseaba
algo, de inmediato se lo apropiaba. Con estas características, no es de extrañar que al descubrir tierras nuevas, su mente fuera cobijada por la ambición.
Había llegado a La Española por su propia voluntad, sin pertenecer a ningún ejército u orden alguna. Lo que lo había traído, aparte de un delirio de grandeza y un ansia por conocer el mundo, era un deseo de libertad. Los constantes mimos de su madre lo ahogaban, lo convertían en un niño débil y enfermizo. Su espíritu aventurero se sentía prisionero del cerco paterno. Por otro lado, las enormes expectativas que sus padres tenían puestas sobre él eran un compromiso, un lastre cuyo peso lo atormentaba. Nunca se lo dijeron abiertamente, pero él sentía en su corazón que a sus padres les decepcionaba su corta estatura. Le faltaba altura para formar parte de una orden de caballería o un ejército. Así que le quedaban tres opciones: ser paje en la corte del rey, ser cura o estudiar una buena profesión. Su padre nunca logró que Hernán fuese aceptado como paje, así que esa posibilidad quedó descartada. Lo colocaron como monaguillo en la iglesia, pero no pasó de ahí, tal vez porque su carácter no se prestaba para servir a Dios de esa manera. Por último, Cortés asistió a la Universidad de Salamanca, donde aprendió latín y estudió por algún tiempo leyes. Sin embargo, prefirió levantar el ancla y zarpar al Nuevo Mundo en busca de oportunidades. Quería demostrarle a su madre que no era tan chaparro como ella pensaba, que no necesitaba de tantos estudios para tener dinero y poder. Él deseaba ser rico, los nobles eran ricos y los ricos hacían lo que querían. Ahí, en la Española, su futuro dependía de él y sólo de él. Casi de inmediato tomó contacto con los jefes españoles de la isla, principalmente con el gobernador, Nicolás de Ovando, y con varios de sus allegados. Conversó con ellos, se enteró de la forma de vida que este nuevo mundo les ofrecía a todos ellos. Sin tardanza, ofreció soluciones a los problemas de control, diseñó proyectos y los convenció de que él era el indicado para llevarlos a cabo. En poco tiempo se ganó la confianza y la estima de sus jefes, pues no solamente había ganado combates sobre los aborígenes y ayudado a apagar revueltas, sino que había diseñado rutas y caminos para recorrer el espacio en menos tiempo y con mucha más seguridad, dando como resultado que le fuera otorgada una encomienda de considerable valor en tierras donde se sembraba caña de azúcar. Para Cortés, esto no fue suficiente. Su mente ambiciosa no estaba satisfecha. Él necesitaba oro. Todo el oro que hubiera a su alcance. Quería deslumbrar a todos.
Una mañana, liberándose del miedo de perder su buena apariencia, decidió quitarse las botas —que le aumentaban un poco su corta estatura—, aflojar y despojarse de las vestimentas para sentir su cuerpo tal y como la naturaleza lo había creado. Le urgía descansar sus pies agrietados e infectados por una gran variedad de hongos. Los había pescado a bordo del barco que lo trajo de España y no había podido deshacerse de ellos. El placer de caminar con los pies descalzos sobre la arena motivó su espíritu. La paz de esa mañana era tan grande que agradeció a Dios la vida que le había dado y la oportunidad que le brindaba de vivir ese momento histórico. Caminó rumbo al mar y dejó que las aguas lavaran sus pies. De inmediato sintió alivio y supo que el mar purificaría sus heridas de la misma manera en que lo hacía con las ropas de los marineros en alta mar. Durante los largos recorridos marítimos, la única manera que había de lavar la ropa era amarrándola fuertemente dentro de una red la cual tiraban por la borda y, mientras el barco avanzaba, el mar penetraba las fibras de la tela, la limpiaba de impurezas y la dejaba completamente limpia. Se quedó un buen momento ahí, dejando que las olas le lavaran las heridas. Ahí, parado frente al horizonte, recordó los largos días de travesía, en los que recargado en la borda del barco observó el cielo y las estrellas hasta abrir su mente y entender por primera vez y con toda claridad la redondez de la tierra y el cosmos infinito. Más tarde, cuando salió del agua, se recostó sobre la hierba para que sus pies recibieran los benéficos y purificadores rayos solares. Con un brazo cubrió sus ojos para protegerlos del sol de mediodía y relajó su mente. El ruido lejano de las olas lo arrulló y el sueño lo venció por un instante. Un solo instante bastó para que, en un descuido, un venenoso escorpión lo picara y descargara todo su veneno en su cuerpo.
Por tres días Cortés, se debatió entre la vida y la muerte. Fueron días de lluvia y de rezos. Un fuerte temporal azotó la isla y no paró de llover día y noche. Cortés ni siquiera se dio cuenta de los truenos; sus compañeros españoles que le prestaron ayuda escucharon admirados y asustados lo que en sus delirios decía. Habló en latín y en lenguas extrañas. Habló en gritos y en susurros. Les dijo que había un sol enorme que crecía y crecía. Un sol que al explotar iba a derramar sangre por doquier; que los seres humanos iban a volar por los aires sin tener tierra firme donde reposar, que habría lágrimas y un insoportable olor a muerte invadiría todo su cuerpo; pronunció nombres de reyes moros, habló de las derrotas históricas de España, se lamentó de la crucifixión de Cristo, se encomendó a la Virgen de Guadalupe, vociferó maldiciones y afirmó que había sido una serpiente, una gran serpiente, la que lo había mordido, una serpiente que se elevaba por los aires y que volaba frente a sus ojos, y así deliró, hasta que se quedó completamente dormido. Algunos lo dieron por muerto, y estaba tan en paz que pensaron enterrarlo a la mañana siguiente, pero cuando llegaron al lugar para darle un santo entierro descubrieron que Cortés había abierto los ojos y se recuperaba milagrosamente. Observaron en él una transformación y se dieron cuenta de que su semblante proyectaba una nueva fuerza, un nuevo poder. Todos lo felicitaron y le dijeron que había nacido de nuevo.


Doce años

  Han pasado doce años, tuvimos tres gatos, dos hijos por un rato, una casa que no es nuestra, una perra petizona tres bicicletas y ...