viernes, 30 de mayo de 2014

Angela, mujer, negra y comunista



Ser mujer ya es una desventaja
 en esta sociedad siempre machista; 
imaginen ser mujer y ser negra. 
Ahora hagan un esfuerzo mayor, 
cierren los ojos y piensen, 
ser mujer, ser negra y ser comunista. 
¡Vaya aberración! 

Angela Yvonne Davis, hija de un mecánico automotriz y una profesora de escuela, nació en Birmingham, Alabama, el 26 de enero de 1944. El lugar donde vivía la familia fue llamada Colina Dinamita (Dynamite Hill) por el gran número de casas de afroamericanos dinamitadas por el Ku Klux Klan. Su madre fue una activista a favor de los derechos civiles.
De niña asistió a escuelas segregadas en Birmingham antes de mudarse a Nueva York con su madre, que había decidido estudiar para obtener una maestría en arte en la Universidad de Nueva York. Una vez allí, asistió a una escuela progresista en Greenwich Village, donde varios de los profesores estaban en la lista negra durante la era Mc Carthy.

En 1961 fue a la universidad Brandeis en Waltham, Massachusetts a estudiar francés. Su carrera incluía un año en la Sorbona, en París. Poco después de volver a los Estados Unidos pudo acordarse de la lucha por los derechos civiles que se estaba llevando a cabo en Birmingham cuando cuatro muchachas que conocía fueron asesinadas en la explosión de la Iglesia Bautista en septiembre de 1963.

Después de graduarse de la Universidad Brandeis pasó dos años en la facultad de filosofía en la Universidad J.W. Goethe de Frankfurt, en Alemania (Occidental) antes de estudiar bajo la tutela de Herbert Marcuse en la Universidad de California. Davis recibió una gran influencia de Marcuse, especialmente su idea de que era un deber del individuo rebelarse en contra del sistema.

En 1967 se unió al Comité Coordinador No violento Estudiantil (SNCC) y al Partido de las Panteras Negras. Al año siguiente se involucró con el Partido Comunista Estadounidense, después, empezó a trabajar como catedrática de filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles. Cuando el FBI, en 1970, le informó a los jefes de Ángela, el Consejo de Regentes de California, que ella era miembro del Partido Comunista Estadounidense, terminaron su contrato.

Además participó en la campaña para mejorar las condiciones en las cárceles. Se interesó especialmente en el caso de Jorge Jackson y W.L. Nolen, dos afroamericanos que establecieron una sucursal de las Panteras Negras mientras estaban en la prisión Soledad en California. El 13 de enero de 1970, Nolan y otros dos prisioneros negros fueron asesinados por uno de los carceleros. Unos días después el Jurado del Condado de Monterrey determinó que el guarda había cometido un "homicidio justificable".

Cuando después, un guarda fue encontrado asesinado, Jackson y otros dos prisioneros, John Cluchette y Fleeta Drumgo, fueron acusados de su muerte. Se argumentó que Jackson buscaba vengarse de la muerte de su amigo, W.L. Nolan.

El 7 de agosto de 1970, el hermano de Jorge Jackson, Jonathan, de 17 años, irrumpió en la corte del Condado Marin con una ametralladora y tras tomar como rehén al juez Harold Haley, demandó que Jorge Jackson, Juan Cluchette y Fleeta Drumgo fueran liberados. Jonathan Jackson fue herido de bala y asesinado cuando se alejaba de la corte en automóvil.

En los meses siguientes, Jackson publicó dos libros Cartas desde la prisión (Letters from Prison) y Soledad Brother El 21 de agosto de 1971, Jorge Jackson fue ametrallado en el patio de la prisión de San Quintín. Llevaba una pistola automática 9mm y los oficiales dijeron que trataba de fugarse.  Acusaron a Ángela de haber introducido la pistola de contrabando. Por lo que ella se dio a la fuga y el FBI la nombró como una de las "criminales más buscados". Fue arrestada dos meses después en un motel neoyorquino, pero en el juicio fue absuelta de todos los cargos. Sin embargo, debido a sus actividades de militancia, el gobernador de California, Ronald Reagan, pidió que a Davis no se le debiera permitir dar clases en ninguna de las universidades estatales. Pero no pudieron impedir que trabaje como conferencista de estudios Afroamericanos en el Colegio de Claremont, de 1975 a 1977, antes de convertirse en catedrática en estudios de etnia y de la mujer en la Universidad Estatal de San Francisco. En 1979, Davis visitó la Unión Soviética donde recibió el Premio Lenin de la Paz e hizo un profesorado honorario en la Universidad Estatal de Moscú. En 1980 y 1984, Davis fue candidata a la vicepresidencia del Partido Comunista.

Los libros que ha publicado incluyen: If They Come in the Morning: Voices of Resistance (1971), Angela Davis: An Autobiography (1974), Women, Race and Class (1981) and Women, Culture, and Politics (1989).

Hoy en día continua su labor a favor de los colectivos discriminados y de los pobres del mundo, también en el movimiento pacifista en contra de la guerra de Irak y de la política imperialista de su país, y viaja por el mundo hablando a la gente de las atrocidades que comete día a día el gobierno de los Estados Unidos y de los crímenes de la globalización.


Para ver, una entrevista realizada cuando estaba presa,y un homenaje que realiza Pablo Milanes con una canción.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Amar es libertad

Los vi crecer, los tuve en mis brazos 
y los sentí parte de mí,
pero no eran míos sino de la vida 
ella me los prestó un ratito.
Ellos me regalaron sus obras de arte, 
y sobre todo sus lindas sonrisas,
los vi dar sus primeros pasos, 
sus primeras palabras, y primeros  juegos.
Pero sobre todo es lindo verlos como han crecido, 
como siguen sus sueños, sus primeros amores, 
sus primeras decepciones, 
pero se esfuerzan para tener un futuro.
Están llenos de valores, tan bellos, 
sólo quiero decirle que los quiero,
porque me enseñaron a amar de manera más libre, 
porque amar es libertad.
Me gustaría para ellos un mundo sin miedo, 
sin sufrimiento, sin opresiones,
pero eso no se los puedo dar, 
lo único que puedo asegurar 
es que se volverán a levantar. 
Y seguirán adelante porque su fe, sus ideales 
y sus sueños los guiarán y se cumplirán.
Gracias a que la vida nos unió, 
caminamos juntos un trecho más,
y aunque haya distancia nunca los voy a olvidar
porque me enseñaron a  amar en libertad.
(Para mis sobrin@s)
Simplemente Carmen

lunes, 26 de mayo de 2014

Mariquita Sanchez de Thompson: La mujer de la revolución

En estos días que se recuerda la Revolución de Mayo, vamos a pensar a las mujeres que hicieron la historia. Elegimos una en particular, aristocrática, inteligente, decidida y controvertida. Para esto  hay que retroceder a 1801 en Buenos Aires. La aldea colonial se estremece con un escándalo: María de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo,había nacido en 1786, en ese momento la muchacha de 14 años, que la historia conocería como Mariquita, se había negado a casarse con Diego del Arco, un distinguido caballero español mucho mayor que ella, riquísimo comerciante criollo, el hombre que su padre designó para ella. Estaba todo listo para la ceremonia: todo menos la novia. Ni los gritos ni las amenazas consiguieron que la chica dijera el "sí" y el novio tuvo que salir de la casa tan soltero como había entrado. Poco después Mariquita también salió como había entrado del convento donde había sido internada en castigo: salió resuelta a no dar el brazo a torcer y a casarse con su amor, su primo segundo, Martín Jacobo Thompson. Probablemente, Mariquita Sánchez, que sería de Thompson, no sabía que esta escena en la que se fundaba a sí misma como mujer no sólo afirmaba sus derechos en la vida privada sino que daba un paso precursor para la lucha pública.

Mariquita Sánchez de Thompson tuvo una participación directa en la revolución, ya que en su casa se realizaron tertulias, que eran como reuniones en las que se ponía en discusión temas importantes. Mariquita era una mujer imponente e inteligente. Su padre se había opuesto a su boda con Thompson, pero ella hizo caso omiso a ese hecho y no escuchó a su padre e inclusive levantó su propio negocio, en el cual tuvo mucho éxito.

Nos conviene partir de esta escena para hablar de las mujeres de Mayo en general, y de Mariquita en particular, es porque para una mujer revolucionaria suponía como tarea reclamar los derechos morales de la sociedad.

En ese entonces las mujeres no sabían cómo actuar, como tener derecho a ser una ciudadana, como tener el derecho a ser solo un individuo.

La acción legal que Mariquita Sánchez y Martín Thompson emprendieron en 1804 para poder casarse tuvo una repercusión la sociedad del género femenino porteño: era parte de los efectos de las nuevas ideas en las mentes jóvenes. Por eso, cuando el virrey Sobremonte les dio permiso a los enamorados, ellos se convirtieron en marido y mujer luego de 4 años de lucha, muchos sintieron que el triunfo no era sólo personal

Una leyenda dice que su voz fue la que estreno el himno en su casa, y fue inmortalizada en un cuadro de Pedro Subercaseaux pintado en 1910.  Con la autoridad que le daba esta resolución de su caso, la mujer del himno escribirá años más tarde: “El padre arreglaba todo a su voluntad. Se lo decía a su mujer y a la novia tres o cuatro días antes de hacer el casamiento; esto era muy general. Hablar de corazón a estas gentes era farsa del diablo; el casamiento era un sacramento y cosas mundanas no tenían que ver en esto, ¡ah, jóvenes del día!, si pudieras saber los tormentos de aquella juventud, ¡cómo sabrías apreciar la dicha que gozáis! Las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación; era preciso obedecer. Los padres creían que ellos sabían mejor lo que convenía a sus hijas y era perder tiempo hacerles variar de opinión. Se casaba una niña hermosa con un hombre que ni era lindo ni elegante ni fino y además que podía ser su padre, pero hombre de juicio, era lo preciso. De aquí venía que muchas jóvenes preferían hacerse religiosas que casarse contra su gusto con hombres que les inspiraban aversión más bien que amor. ¡Amor!, palabra escandalosa en una joven el amor se perseguía, el amor era mirado como depravación”.


Mariquita Sánchez se convirtió en una “referente” inevitable de las mujeres de la élite rioplatense. Fue amiga de los principales protagonistas de la Revolución entre ellos Rivadavia e integrarse en 1823 a la Sociedad de Beneficencia, y presidirla en dos ocasiones. Esta buena relación tampoco le impidió hacerse federal en 1829. La propia Mariquita decía de sí misma: “Yo soy en política como en religión muy tolerante. Lo que exijo es buena fe”. Como presidente de la sociedad de beneficencia mantuvo escuela diferenciada  para niñas blancas y pardas, pero fue avanzada en su pensamiento con respecto al matrimonio.

Del matrimonio con Martín Thompson tuvo cinco hijos. A comienzos de 1816, Thompson fue enviado en misión a Estados Unidos, para intentar el reconocimiento de la independencia que estaba por declararse y, sobre todo, para obtener buques y armas con qué sostenerla. Mariquita conoció entonces la “viudez virtual” de otras mujeres de su clase social, que se convirtió en verdadera en 1819, cuando Thompson falleció en su viaje de regreso a Buenos Aires.  Un año después, y siguiendo las prácticas de la época que no veían bien a una viuda rica relativamente joven, se volvió a casar, con el representante consular francés en Buenos Aires, Jean Baptiste Washington de Mendeville, con quien tuvo tres hijos. Fue un matrimonio curioso que, de hecho, concluyó en 1836, cuando Mendeville fue destinado como cónsul en Quito. Mariquita y sus hijos quedaron en Buenos Aires y nunca más volvió a encontrarse con su marido, muerto en 1863 en Francia.

En tiempos de Rosas, Mariquita fue mentora de los representantes de la llamada Generación del 37 (Echeverría, Alberdi, los hermanos Juan María y Juan Antonio Gutiérrez, entre otros). Aunque por entonces era ya una “mujer mayor”, seguía ejerciendo sobre los jóvenes escritores románticos la misma fascinación intelectual que en sus “años mozos”. Entre 1839 y 1843 se expatrió a Montevideo, temerosa de sufrir persecución por parte de Rosas. Curiosamente, Mariquita tenía una antigua amistad con Rosas, con quien se tuteaba, algo infrecuente fuera de las relaciones familiares. La correspondencia entre ellos muestra mucha confianza. Así, el Restaurador la trata de “francesita parlanchina y coqueta” en una carta de 1838, cuando los reclamos franceses anuncian el inminente bloqueo, a la cual Mariquita contesta: “No quiero dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te diré que, desde que estoy unida a un francés, he servido a mi país con más celo y entusiasmo aún, y lo haré siempre del mismo modo, a no ser que se ponga en oposición de la Francia, pues, en tal caso, seré francesa, porque mi marido es francés y está al servicio de su nación. Tú, que pones en el “cepo” a Encarnación si no se adorna con tu divisa, debes de aprobarme, tanto más, cuanto que, no sólo sigo tu doctrina, sino las reglas del honor y del deber. ¿Qué harías si Encarnación se te hiciese unitaria? Yo sé lo que harías. Así, mi amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría me declararas la guerra. Hasta entonces permíteme que te hable con la franqueza de nuestra amistad de la infancia”.

Mariquita fue sin duda una influyente mujer. Era una gran lectora, estaba al corriente de cuanto acontecimiento sucediese, y fue una sagaz cronista. En carta a su segundo marido señalaba: “En el diario que he llevado he escrito mil ochocientas sesenta notas. Sin contar cartas particulares. Te puedes imaginar si es broma, a más cuarenta actas: esto es trabajo de cabeza y pluma”. Siguiendo una práctica habitual en los hombres que vivieron los convulsionados tiempos revolucionarios, Mariquita volcó por escrito sus recuerdos y dejó una descripción de la vida virreinal en Buenos Aires, fuente de primera mano para la “historia social” de esos tiempos. Una vez más, la mirada punzante y la inteligencia de Mariquita se ponen en evidencia: “Estos países, como sabes, fueron 300 años colonias españolas. El sistema más prolijo y más admirable fue formado y ejecutado con gran sabiduría. Nada fue hecho sin profunda reflexión. Tres cadenas sujetaron este gran continente a su Metrópoli: el Terror, la Ignorancia y la Religión Católica. De padres a hijos se transmitió con pavor. La Revolución del Cuzco, los castigos que se habían dado a los conspiradores y el suplicio al heredero del trono de los Incas [...] Me tiembla el pulso y el corazón sólo de escribirlo, y fueron cristianos católicos romanos los que tal mandaron y ejecutaron. [...] La Ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había libros sino de devoción e insignificantes, había una comisión del Santo Oficio para revisar todos los libros que venían, a pesar que venían de España [...]. Para las mujeres había varias escuelas que ni el nombre de tales les daría ahora. La más formal, donde iba todo lo más notable [...] la dirigía doña Francisca López, concurrían varones y mujeres. Niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hecha en el país de sauce; éste era todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, una mesa muy tosca donde escribían los varones primero y después las niñas. Debo admitir que no todos los padres querían que supieran escribir las niñas porque no escribieran a los hombres [...]. No puedes imaginarte la vigilancia de los padres para impedir el trato con los caballeros, y en suma en todas las clases de la sociedad había vanidad en las madres de familia en este punto”.

Así, esta mujer, que participó activamente de los acontecimientos políticos y literarios de aquellos años, que opinó y entabló polémicas sobre diversos temas, estuvo en boca de cuanto diplomático pisó suelo porteño, y con el correr de los años se convirtió en una verdadera embajadora rioplatense. Falleció a los 81 años, el 23 de octubre de 1868.
(extraído: El historiador. com)

domingo, 25 de mayo de 2014

Rúaj está en aire

רוּחַ rúaj; hebreo: sustantivo femenino en hebreo significa, viento,  
por semejanza aliento, aire, ánimo, enojo, espíritu, ímpetu, 
ira, respiración, soplar, soplo; 
es una exhalación sensible (o incluso violenta) y tempestuosa.

Rúaj está en el aire,
ella es espíritu, aliento,
fuerza y vida,
ella es el motor de la Historia.


Rúaj está actuando,
vuela sobre las aguas del caos
como el principio de los tiempos,
sólo hay que verla actuar. 


Rúaj nos está hablando
como antes y siempre,
cuando hablo a los profetas,
sólo hay que saber oír.


Ruaj está presente
en las manos de hombres y mujeres
que se esfuerzan por un mundo mejor,
un mundo más justo y solidario.


Rúaj está bailando,
porque ella es música, fiesta
y alegría es la mesa compartida de cada día,
es un abrazo fraternal. 


Ella es  diosa, madre,
viento y fuego,
por eso no hace distinción
y ayuda a todos;
hay que dejarse guiar.
Simplemente Carmen



viernes, 23 de mayo de 2014

Tejer, pensar y soñar

Empezar un proyecto siempre nos llena de entusiasmo, ver los materiales, con qué contamos, qué queremos hacer, y ya nos imaginamos cómo sería terminado, tal vez para abrigar a alguien amado, quizás para regalar, o quién sabe donde irá, son como las palabras que no tienen dueño.  Y comenzamos la tarea de tejer, ir combinando colores en estas tardes de invierno, y nuestras manos ya van bailando un vals conocido. Y nuestros pensamientos vuelan, y con nuestro tejido también nuestros sentimientos, nuestros sueños, nuestras esperanza. ¡Uhhh este punto se me escapó, veré el modo de recuperarlo! Y seguimos nuestra tarea, de  combinar palabras, tejer, textil, texto, entonces con esta palabra puedo hacer una rima. ¡Qué bueno queda este color! Voy disminuyendo puntos para cerrar la idea. Me falta la otra parte, con mi trabajo me conecto con mis antepasadas, esas que me transmitieron el saber y ellas me acompañan. Y cuando mi trabajo se terminó que feliz me siento, es para mi como mi obra de arte,  pero solo pocos pueden ver todo lo que va detrás del tejido, pensamientos, sueños, pasado y futuro.
Simplemente Carmen

jueves, 22 de mayo de 2014

Mónika, la mujer que vengó al Che

Su historia: 
El 3 de marzo de 1950 había llegado a Bolivia Hans Erlt, padre de Monika, después de la caída del régimen nazi, hacia Sudamérica. En su juventud Hans, que había nacido en Alemania en el año 1908, trabajó como camarógrafo de Leni Riefensthal, la celebre cineasta alemana que glorificó a los nazis y de quien fue su amante. Años después se convertiría en el fotógrafo de Adolf Hitler, pero sobre todo del Mariscal Rommel. Hans, al llegar a Bolivia, deseaba comenzar una nueva vida, sobre todo porque él siempre se había considerado un pacifista y un artista que sirvió en el ejercito alemán por obligación. En el año 1953, y después de un largo viaje en barco primero y después en tren a través de Argentina, llegó a Bolivia la familia de Hans, su esposa y sus tres hijas, entre ellas Monika que en ese entonces tenia solo 15 años. Ella se crió en un círculo tan cerrado como racista. Monika había vivido su niñez en medio de la efervescencia del nazimo de Alemania y cuando emigraron a Bolivia aprendió el arte de su padre lo que le valió trabajar después para el documentalista boliviano Jorge Ruiz. Monika se crío en un círculo tan cerrado como racista en el que brillaban tanto su padre como otro siniestro personaje al que ella llamaba “tío”: Klaus Barbie, el carnicero de Lyon. Klaus Barbie, cambiaría su apellido por el de Altmann y conocería a la familia Ertl en el estrecho círculo de ciudadanos alemanes en La Paz; tanto es así que fue el propio padre de Monika quien le consiguió el primer trabajo en Bolivia, como ciudadano Judío Alemán. Monika se casó con un alemán en La Paz y vivió en las minas de cobre en el norte de Chile, pero luego de diez años su matrimonio fracasó y ella se convirtió en políticamente activa.

Entre otras cosas ayudó a fundar un hogar para huérfanos en La Paz, ahora convertido en hospital. A finales de los sesenta, en 1969, todo cambió, rompió con sus raíces y en drástico giro termino militando en las filas de El Ejercito de Liberación Nacional, creado por el guerrillero argentino Ernesto Guevara. La muerte de Guevara en la selva boliviana, en Octubre de 1967, había significado para ella el empujón final para sus ideales.  
Su padre se sorprendió cuando se unió a la guerrilla y la echo de la granja.  Durante los cuatro años que Monika estuvo con la guerrilla, escribió solamente una vez por año diciendo que no se preocuparan, que estaba bien, pero nunca más la volvieron a ver. Así es como en el año 1971 cruza el Atlántico y vuelve a su Alemania natal, y en Hamburgo ejecuta personalmente al cónsul boliviano en esa ciudad ¿quién era? Nada menos que el coronel Roberto Quintanilla, el responsable del ultraje final a Guevara: La amputación de sus manos, luego de su fusilamiento en La Higuera.
Allí comenzaría una cacería que atravesó países y mares y que solo encontró su fin cuando Monika cayó muerta en el año 1973, en una emboscada que según algunas fuentes le tendió su “tío”, Klaus Barbie. Su cuerpo nunca fue entregado a los familiares y según su padre fue torturada antes de ser ejecutada.

 Un nuevo libro: Jurgen Schreiber, un periodista alemán de reconocido prestigio como reportero investigador que ha escrito para las más reputadas publicaciones de su país, publicó recientemente una biografía de su compatriota Mónica Ertl. Por el título del libro “La mujer que vengó al Che Guevara” pudiera hacer pensar que se trata de una obra de ficción, sin embargo, en el relato se cuenta una historia de la vida real. Una historia increíble que parece, pero no es ficción. Una gran investigación de Jürgen Schreiber, uno de los más premiados periodistas alemanes de la actualidad. Sin embargo ninguno de sus reportajes periodísticos se ha publicado en idioma inglés. Su biografía de Mónica Ertl se publicó en italiano y hasta ahora no hay una traducción completa de la obra al español.

Enlace para  ver la recreación de la novela del libro de Jurgen Schreiber: http://youtu.be/hReL49NkTZk

martes, 20 de mayo de 2014

Elis: La Reina de la Bossa Nova

La música es mi brazo, mi motor, mi combustible y soledad.

Una de las artistas más populares y controvertidas de Brasil, querida admirada por su voz  hermosa y sensual. Una mujer con coraje, ambición y entrega en su trabajo, pero también se preocupó por los problemas sociales y políticos de su país. 


Elis Regina Carvalho Costa, nació el 17 de marzo de 1945, en Porto Alegre (en el sur de Brasil), donde empezó su carrera como cantante a los 11 años en el programa de radio para niños O Clube do Gurí en la radio Farroupilha.
En 1959 fue contratada por Rádio Gaúcha y al año siguiente viajó a Río de Janeiro, donde grabó su primer LP, Viva a Brotolândia. Su segundo LP, con Jair Rodrigues, Dois na bossa, fijó un récord de ventas nacional.
A finales de los años sesenta y principios de los setenta, Regina ayudó a popularizar el trabajo del movimiento Tropicalia, grabando canciones de músicos como Gilberto Gil.
Elis Regina a menudo criticó la dictadura brasileña que persiguió y exilió a muchos músicos de su generación. En una entrevista en 1969, declaró que Brasil estaba siendo gobernado por "gorilas". Su popularidad la mantuvo fuera de prisión, pero finalmente fue obligada por las autoridades a cantar el himno nacional de Brasil durante un espectáculo en un estadio, lo que despertó la ira de muchos brasileños de izquierda.



En 1974 editó con Tom Jobim el álbum Elis & Tom, considerado por críticos musicales como uno de los mejores discos de bossa nova de todos los tiempos.
Tuvo tres hijos: João Marcelo Bôscoli (hijo de su relación con Ronaldo Bôscoli), y Pedro Camargo Mariano y Maria Rita Mariano (hijos también del pianista y compositor César Camargo Mariano). María Rita ha logrado ser una cantante de mucha popularidad.
Falleció el 19 de enero de 1982, su muerte tempana a los 37 años, y llenas de dudas provocó un drama en la cultura.   Sus restos se encuentran en Sao Paulo en el cementerio de Morumbi.

Para disfrutar:  Águas de Marco
Es una canción que nos habla de la vida, de las cosas buenas y de las no tanto, de las alegrías y de las penas, de las cosas bellas y de las rotas. Es una síntesis de lo que significa el fin del verano tanto real como metafóricamente. Nos habla de la selva, con sus maderas raras y sus animales, de la fiesta de la cosecha, de la ciudad y sus coches. Y en el fondo es un canto a no rendirse a amar pase lo que pase, a seguir caminando porque si llueve ya escampará, es la promesa de que si se acaba el verano, este ya volverá.


Fascinación

Os sonhos mais lindos, sonhei,
De quimeras mil um castelo, ergui,
E no teu olhar, tonto de emoção,
Com sofreguidão, mil venturas previ.


Romaria


Sou caipira pirapora nossa
Senhora de Aparecida
Ilumina a mina escura
e funda o trem da minha vida
Sou caipira pirapora nossa
Senhora de Aparecida
Ilumina a mina escura
e funda o trem da minha vida.


lunes, 19 de mayo de 2014

La Pasión y la cocina: Como agua para chocolate


“Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no la podemos encenderla solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga de disparar el detonador y así encender las cerillas. Por un momento, nos sentiremos deslumbrados por la intensa emoción.”
(Fragmento)

Sobre la autora: Laura Esquivel, nació el 30 de septiembre de 1950 en Ciudad de México (México). Trabajó como maestra, escribiendo al mismo tiempo cuentos y obras teatrales infantiles, que representaba en un Taller de Teatro.
En los años 80 se introdujo en el cine mexicano, escribiendo el guión de “Chido Guán, el Tacos de oro” (1985), una película dirigida por su esposo Alfonso Arau por la que fue nominada al premio Ariel, un galardón concedido por la Academia de Cine de México.
“Como agua para chocolate” (1989), fue su primera novela. Este libro consiguió un gran éxito internacional, llegando incluso a recibir el premio ABBY en los Estados Unidos, hito nunca logrado por un autor fuera del país norteamericano. En 1992 se estrenó una película del mismo nombre que fue dirigida por su marido.
“La ley del amor” (1995) fue su segunda novela, un libro acompañada por un disco compacto con piezas musicales. Ambientada en la Ciudad de México del año 2200, estaba protagonizada por una astroanalista llamada Azucena que trata a gente con trastornos mentales por malas acciones cometidas en vidas anteriores.
Unos años después apareció el libro de relatos “Íntimas suculencias: Tratado Filosófica de Cocina” (1998), en los que las historias filosóficas iban acompañados por recetas de cocina.
Más tarde escribió “Estrellita marinera” (1999), novela con la historia de dos niños con vidas entrelazadas tras recibir una herencia, el ensayo “El libro de las emociones” (2000) y “Tan veloz como el deseo” (2001), con el protagonismo de Júbilo, un hombre con el don de la alegría que tiene la capacidad de escuchar los sentimientos no manifestados con palabras. Este último libro fue escrito por Laura Esquivel como tributo a su padre.
Su último trabajo es "Malinche" (2005), novela ambientada en la época de la conquista americana española vista desde la perspectiva de la compañera indígena de Hernán Cortés.

Sobre la novela: Una novela sorprendente, inolvidable, cuyo tema gira en torno a un amor imposible para cuya consecución la protagonista recurrirá a las artes culinarias. Bajo la apariencia de un folletín por entregas y encabezando cada capítulo con una receta, esta historia mágica convierte la gastronomía en un código de sensualidad cargado de penetrantes aromas, de colores deslumbrantes. Tita es la pequeña, vive en un rancho con sus hermanas y sus sirvientas, y pese a saberse condenada a no poder gozar del amor por tener que hacerse cargo de su madre, no renunciará a Pedro. Él también la ama, pero se casará con su hermana Rosaura para poder seguir cerca de ella. Tita se refugia en la cocina y se entrega a la elaboración de platos mágicos capaces de transformar las emociones y el comportamiento de quienes los prueban, a la espera de que su  destino se cumpla. Estar como agua como para chocolate, es como decir, estar a punto de estallar de rabia o de pasión.

Para quedarnos con las ganas de verla o de leer la novela, fragmento de la película

domingo, 18 de mayo de 2014

Dame

Quiero reconocerte y seguirte,
Tú  eres en camino,  la verdad y la vida,
guíame para pueda llegar a ti
levántame en cada tropiezo.

Dame tu alegría, esa que hacer crecer las flores,
tu fuerza que crece en lo pequeño,
en lo profundo, en lo escondido,
dame tu mirada para que pueda ver la realidad.


Dame una señal, que todo sea fiesta,
que no falte el vino,
que tengo sed de la alegría, de la justicia,
de tu paz tu hermandad.

Pongo mi vida en tus manos,
con tu Palabra como fuente de liberación
y acompañada de María mujer de esperanza.
Simplemente Carmen


sábado, 17 de mayo de 2014

Asumir la causa de Jesús para que otro mundo sea posible

                                                                                     “Busquen primero el Reino de Dios
                                                             y su justicia y todas estas cosas se les añadirá” 
(Mateo 13, 31-33)

Para comenzar nuestra reflexión podemos observar dos ideas fuerzas que se entrecruzan como un tejido: El Reino de Dios y la justicia. Para esto debemos tener en cuenta que:

1) El Reino de Dios (basileia tou Theou) es, sin duda, la columna vertebral del ministerio de Jesús. Es la clave también para su comprensión proyecto-misión.
En primer lugar, el Reino de Dios no se comprende en términos exclusivamente futuros, sino como futuro y presente a la vez. Hoy a duras penas podemos captar la dimensión verdaderamente revolucionaria que tenía el anuncio de Jesús, según el cual el Reino de Dios se ha acercado y «está entre ustedes» (Lc. 17,21 ). Según los dos evangelistas Mateo y Marcos, Jesús inaugura su ministerio público anunciando a cercanía del Reino de Dios (Mc. 1,15 y Mt. 4,17). Queda, sin embargo, una tensión entre este presente y las dimensiones futuras del Reino de Dios. Ya está aquí, pero todavía está por venir.
En segundo lugar, este Reino de Dios se hace presente entre  los marginados, Jesús comunica la posibilidad de vida nueva sobre la base de la realidad del amor de Dios, especialmente a aquellos que están excluidos de la sociedad. Estas personas pueden recobrar su dignidad porque son hijos de Dios y ciudadanos de su Reino. Si Dios se preocupa por los pajarillos, ¿cómo no va a cuidar de ellos? Hasta los cabellos los tiene contados uno por uno (Mt. 10.28-31). He aquí el ministerio misionero de Jesús: el anhelado Reino de Dios se está inaugurando... entre los humildes y los desechados. El Reino de Dios no es para los que se creen importantes, sino para los marginados: los que sufren, los que cobran impuestos, los pecadores, las viudas y los niños.
En tercer lugar, la manifestación del Reino de Dios en Jesús es eminentemente política. Declarar que los leprosos, publicanos, pecadores y pobres son «hijos del Reino de Dios» es hacer una afirmación decididamente política, por lo menos para la jerarquía judía de aquel entonces. Expresa un profundo descontento con el statu quo y un ferviente deseo de cambio.
Por último, cuando rezamos  «¡Venga tu Reino!» también nos comprometemos a erigir, aquí y ahora, aproximaciones y anticipaciones del Reino de Dios. Y  podemos afirmar desde la fe que: el Reino de Dios llegará  precisamente porque ya ha llegado. Es, a la vez, gratuidad y desafío, don y promesa, presente y futuro, celebración y anticipación

2) La búsqueda de la Justicia, (dikaiosyne), si se extrae a la frase  “busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” y se descontextualiza pareciera que Dios nos bendecirá también en términos materiales, la petición cobra el sentido cuando leemos y comprendemos versículos anteriores  que  nos plantean no preocuparnos  por nuestros propios deseos e intereses sino que busquemos la justicia a favor de los que son víctimas de  la sociedad, porque de ellos es el Reino de Dios. La  dikaiosyne tiene que ver con Dios y el prójimo. Se manifiesta en fe activa con  la realización del Reino, de esa manera otro mundo es posible aquí y ahora.
Esta reflexión no está cerrada y se la puede continuar en nuestras comunidades. Lo importante es que se pueda manifestar en la sociedad los frutos del Reino y su justicia.


jueves, 15 de mayo de 2014

Una historia pequeña

Una pequeña historia les quiero contar,
una microscópica historia.
Un drama tan íntimo,
tan profundo y tan interno,
que quizás…no vale la pena contar.
¿A quien le interesará esta historia?
solo a mí, solo a vos, a nadie más.
Mis ovarios se durmieron  
en la noche de lo tiempos,
dormidos están, sin tiempo, sin lugar,
se durmieron un sueño profundo y no despertarán,
No llegaron a ser, ni serán.
Se cerraron a la posibilidad, 
como una flor que no se abrió,
y  esto parecía el final.
Aunque esto pasó en mi cuerpo,
y fue un golpe mortal.
Ahora mirando atrás puedo decir:
que la mujer se levanta de las cenizas,
se alza orgullosa de su cuerpo y de todo su ser
porque ser mujer no es  tener ovarios fecundados
sino solidarizarnos entre nosotras
con el resto de la humanidad,
Vincularnos con la vida,
con la tierra, con la memoria,
y lo que parecía el final
era un volver a comenzar
porque en medio de la noche una luz brillará,
y nos hará fuertes en nuestras flaquezas,  
Para buscar un mundo más justo,
y no dejemos  de soñar.
Algunos, al escuchar esta historia,
pensarán que fue una maldición,
con esto una puerta se cerró
pero no cerró el camino,
para formar una familia desde el amor.
porque ser madre no es solo parir
sino tener el coraje y corazón
para amar a alguien sin razón, 
y este vínculo sea más fuerte
que la sangre y la tradición,
porque ahora no estoy sola
y estar juntos ya es una bendición.
Simplemente Carmen








miércoles, 14 de mayo de 2014

Dos palabras

Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con é1. Su oficio era vender palabras. Recorría el país, desde las regiones más altas y frías hasta las costas calientes, instalándose en las ferias y en los mercados, donde montaba cuatro palos con un toldo de lienzo, bajo el cual se protegía del sol y de la lluvia para atender a su clientela. No necesitaba pregonar su mercadería, porque de tanto caminar por aquí y por allí, todos la conocían. Había quienes la aguardaban de un año para otro, y cuando aparecía por la aldea con su atado bajo el brazo hacían cola frente a su tenderete. Vendía a precios justos. Por cinco centavos entregaba versos de memoria, por siete mejoraba la calidad de los sueños, por nueve escribía cartas de enamorados, por doce inventaba insultos para enemigos irreconciliables. También vendía cuentos, pero no eran cuentos de fantasía, sino largas historias verdaderas que recitaba de corrido sin saltarse nada. Así llevaba las nuevas de un pueblo a otro. La gente le pagaba por agregar una o dos líneas: nació un niño, murió fulano, se casaron nuestros hijos, se quemaron las cosechas. En cada lugar se juntaba una pequeña multitud a su alrededor para oírla cuando comenzaba a hablar y así se enteraban de las vidas de otros, de los parientes lejanos, de los pormenores de la Guerra Civil. A quien le comprara cincuenta centavos, ella le regalaba una palabra secreta para espantar la melancolía. No era la misma para todos, por supuesto, porque eso habría sido un engaño colectivo. Cada uno recibía la suya con la certeza de que nadie más la empleaba para ese fin en el universo y más allá.

Belisa Crepusculario había nacido en una familia tan mísera, que ni siquiera poseía nombres para llamar a sus hijos. Vino al mundo y creció en la región más inhóspita, donde algunos años las lluvias se convierten en avalanchas de agua que se llevan todo, y en otros no cae ni una gota del cielo, el sol se agranda hasta ocupar el Horizonte entero y el mundo se convierte en un desierto. Hasta que cumplió doce años no tuvo otra ocupación ni virtud que sobrevivir al hambre y la fatiga de siglos. Durante una interminable sequía le tocó enterrar a cuatro hermanos menores y cuando comprendió que llegaba su turno, decidió echar a andar por las l1anuras en dirección al mar, a ver si en el viaje lograba burlar a la muerte. La tierra estaba erosionada, partida en profundas grietas, sembrada de piedras, fósiles de árboles y de arbustos espinudos, esqueletos le animales blanqueados por el calor. De vez en cuando tropezaba con familias que, como ella, iban hacia el sur siguiendo el espejismo del agua. Algunos habían iniciado la marcha llevando sus pertenencias al hombro o en carretillas, pero apenas podían mover sus propios huesos y a poco andar debían abandonar sus cosas. Se arrastraban penosamente, con la piel convertida en cuero de lagarto y sus ojos quemados por la reverberación de la luz. Belisa los saludaba con un gesto al pasar, pero no se detenía, porque no podía gastar sus fuerzas en ejercicios de compasión. Muchos cayeron por el camino, pero ella era tan tozuda que consiguió atravesar el infierno y arribó por fin a los primeros manantiales, finos hilos de agua, casi invisibles, que alimentaban una vegetación raquítica, y que más adelante se convertían en riachuelos y esteros.

Belisa Crepusculario salvó la vida y además descubrió por casualidad la escritura. Al llegar a una aldea en las proximidades de la costa, el viento colocó a sus pies una hoja de periódico. Ella tomó aquel papel amarillo y quebradizo y estuvo largo rato observándolo sin adivinar su uso, hasta que la curiosidad pudo más que su timidez. Se acercó a un hombre que lavaba un caballo en el mismo charco turbio donde ella saciara su sed.

--¿Qué es esto?--preguntó.

--La página deportiva del periódico--replicó el hombre sin dar muestras de asombro ante su ignorancia.

La respuesta dejó atónita a la muchacha, pero no quiso parecer descarada y se limitó a inquirir el significado de las patitas de mosca dibujadas sobre el papel.

--Son palabras, niña. Allí dice que Fulgencio Barba noqueó al Nero Tiznao en el tercer round.

Ese día Belisa Crepusculario se enteró que las palabras andan sueltas sin dueño y cualquiera con un poco de maña puede apoderárselas para comerciar con ellas. Consideró su situación y concluyó que aparte de prostituirse o emplearse como sirvienta en las cocinas de los ricos, eran pocas las ocupaciones que podía desempeñar. Vender palabras le pareció una alternativa decente. A partir de ese momento ejerció esa profesión y nunca le interesó otra. Al principio ofrecía su mercancía sin sospechar que las palabras podían también escribirse fuera de los periódicos. Cuando lo supo calculó las infinitas proyecciones de su negocio, con sus ahorros le pagó veinte pesos a un cura para que le enseñara a leer y escribir y con los tres que le sobraron se compró un diccionario. Lo revisó desde la A hasta la Z y luego lo lanzó al mar, porque no era su intención estafar a los clientes con palabras envasadas.


Varios años después, en una mañana de agosto, se encontraba Belisa Crepusculario en el centro de una plaza, sentada bajo su toldo vendiendo argumentos de justicia a un viejo que solicitaba su pensión desde hacía diecisiete años. Era día de mercado y había mucho bullicio a su alrededor. Se escucharon de pronto galopes y gritos, ella levantó los ojos de la escritura y vio primero una nube de polvo y enseguida un grupo de jinetes que irrumpió en el lugar. Se trataba de los hombres del Coronel, que venían al mando del Mulato, un gigante conocido en toda la zona por la rapidez de su cuchillo y la lealtad hacia su jefe. Ambos, el Coronel y el Mulato, habían pasado sus vidas ocupados en la Guerra Civil y sus nombres estaban irremisiblemente unidos al estropicio y la calamidad. Los guerreros entraron al pueblo como un rebaño en estampida, envueltos en ruido, bañados de sudor y dejando a su paso un espanto de huracán. Salieron volando las gallinas, dispararon a perderse los perros, corrieron las mujeres con sus hijos y no quedó en el sitio del mercado otra alma viviente que Belisa Crepusculario, quien no había visto jamás al Mulato y por lo mismo le extrañó que se dirigiera a ella.

--A ti te busco--le gritó señalándola con su látigo enrollado y antes que terminara de decirlo, dos hombres cayeron encima de la mujer atropellando el toldo y rompiendo el tintero, la ataron de pies y manos y la colocaron atravesada como un bulto de marinero sobre la grupa de la bestia del Mulato. Emprendieron galope en dirección a las colinas.

Horas más tarde, cuando Belisa Crepusculario estaba a punto de morir con el corazón convertido en arena por las sacudidas del caballo, sintió que se detenían y cuatro manos poderosas la depositaban en tierra. Intentó ponerse de pie y levantar la cabeza con dignidad, pero le fallaron las fuerzas y se desplomó con un suspiro, hundiéndose en un sueño ofuscado. Despertó varias horas después con el murmullo de la noche en el campo, pero no tuvo tiempo de descifrar esos sonidos, porque al abrir los ojos se encontró ante la mirada impaciente del Mulato, arrodillado a su lado.

--Por fin despiertas, mujer--dijo alcanzándole su cantimplora para que bebiera un sorbo de aguardiente con pólvora y acabara de recuperar la vida.

Ella quiso saber la causa de tanto maltrato y él le explicó que el Coronel necesitaba sus servicios. Le permitió mojarse la cara y enseguida la llevó a un extremo del campamento, donde el hombre más temido del país reposaba en una hamaca colgada entre dos árboles. Ella no pudo verle el rostro, porque tenía encima la sombra incierta del follaje y la sombra imborrable de muchos años viviendo como un bandido, pero imaginó que debía ser de expresión perdularia si su gigantesco ayudante se dirigía a él con tanta humildad. Le sorprendió su voz, suave y bien modulada como la de un profesor.

--¿Eres la que vende palabras?--preguntó.

--Para servirte--balbuceó ella oteando en la penumbra para verlo mejor.

El Coronel se puso de pie y la luz de la antorcha que llevaba el Mulato le dio de frente. La mujer vio su piel oscura y sus fieros ojos de puma y supo al punto que estaba frente al hombre más solo de este mundo.

--Quiero ser Presidente—dijo él.

Estaba cansado de recorrer esa tierra maldita en guerras inútiles y derrotas que ningún subterfugio podía transformar en victorias. Llevaba muchos años, durmiendo a la intemperie, picado de mosquitos, alimentándose de iguanas y sopa de culebra, pero esos inconvenientes menores no constituían razón suficiente para cambiar su destino. Lo que en verdad le fastidiaba era el terror en los ojos ajenos. Deseaba entrar a los pueblos bajo arcos de triunfo, entre banderas de colores y flores, que lo aplaudieran y le dieran de regalo huevos frescos y pan recién horneado. Estaba harto de comprobar cómo a su paso huían los hombres, abortaban de susto las mujeres y temblaban las criaturas, por eso había decidido ser Presidente. El Mulato le sugirió que fueran a la capital y entraran galopando al Palacio para apoderarse del gobierno, tal como tomaron tantas otras cosas sin pedir permiso, pero al Coronel no le interesaba convertirse en otro tirano, de ésos ya habían tenido bastantes por allí y, además, de ese modo no obtendría el afecto de las gentes. Su idea consistía en ser elegido por votación popular en los comicios de diciembre.

--Para eso necesito hablar como un candidato. ¿Puedes venderme las palabras para un discurso?--preguntó el Coronel a Belisa Crepusculario.

Ella había aceptado muchos encargos, pero ninguno como ése, sin embargo no pudo negarse, temiendo que el Mulato le metiera un tiro entre los ojos o, peor aún, que el Coronel se echara a llorar. Por otra parte, sintió el impulso de ayudarlo, porque percibió un palpitante calor en su piel, un deseo poderoso de tocar a ese hombre, de recorrerlo con sus manos, de estrecharlo entre sus brazos.
 Toda la noche y buena parte del día siguiente estuvo Belisa Crepusculario buscando en su repertorio las palabras apropiadas para un discurso presidencial, vigilada de cerca por el Mulato, quien no apartaba los ojos de sus firmes piernas de caminante y sus senos virginales. Descartó las palabras ásperas y secas, las demasiado floridas, las que estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres. Haciendo uso de los conocimientos comprados al cura por veinte pesos, escribió el discurso en una hoja de papel y luego hizo señas al Mulato para que desatara la cuerda con la cual la había amarrado por los tobillos a un árbol. La condujeron nuevamente donde el Coronel y al verlo ella volvió a sentir la misma palpitante ansiedad del primer encuentro. Le pasó el papel y aguardó, mientras él lo miraba sujetándolo con la punta de los dedos.

--¿Qué carajo dice aquí?--preguntó por último.

--¿No sabes leer?

--Lo que yo sé hacer es la guerra--replicó é1.

Ella leyó en alta voz el discurso. Lo leyó tres veces, para que su cliente pudiera grabárselo en la memoria. Cuando terminó vio la emoción en los rostros de los hombres de la tropa que se juntaron para escucharla y notó que los ojos amarillos del Coronel brillaban de entusiasmo, seguro de que con esas palabras el sillón presidencial sería suyo.

--Si después de oírlo tres veces los muchachos siguen con la boca abierta, es que esta vaina sirve, Coronel--aprobó el Mulato.

--¿Cuánto te debo por tu trabajo, mujer?--preguntó el jefe.

--Un peso, Coronel.

--No es caro--dijo é1 abriendo la bolsa que llevaba colgada del cinturón con los restos del último botín.

--Además tienes derecho a una ñapa. Te corresponden dos palabras secretas--dijo Belisa Crepusculario.

--¿Cómo es eso?

Ella procedió a explicarle que por cada cincuenta centavos que pagaba un cliente, le obsequiaba una palabra de uso exclusive. El jefe se encogió de hombros, pues no tenía ni el menor interés en la oferta, pero no quiso ser descortés con quien lo había servido tan bien. Ella se aproximó sin prisa al taburete de suela donde é1 estaba sentado y se inclinó para entregarle su regalo. Entonces el hombre sintió el olor de animal montuno que se desprendía de esa mujer, el calor de incendio que irradiaban sus caderas, el roce terrible de sus cabellos, el aliento de yerbabuena susurrándo en su oreja las dos palabras secretas a las cuales tenía derecho.

--Son tuyas, Coronel--dijo ella al retirarse--. Puedes emplearlas cuanto quieras.

El Mulato acompañó a Belisa hasta el borde del camino, sin dejar de mirarla con ojos suplicantes de perro perdido, pero cuando estiró la mano para tocarla, ella lo detuvo con un chorro de palabras inventadas que tuvieron la virtud de espantarle el deseo, porque creyó que se trataba de alguna maldición irrevocable.
 En los meses de setiembre, octubre y noviembre el Coronel pronunció su discurso tantas veces, que de no haber sido hecho con palabras refulgentes y durables el uso lo habría vuelto ceniza. Recorrió el país en todas direcciones, entrando a las ciudades con aire triunfal y deteniéndose también en los pueblos más olvidados, allí, donde sólo el rastro de basura indicaba la presencia humana, para convencer a los electores que votaran por é1. Mientras hablaba sobre una tarima al centro de la plaza, el Mulato y sus hombres repartían caramelos y pintaban su nombre con escarcha dorada en las paredes, pero nadie prestaba atención a esos recursos de mercader, porque estaban deslumbrados por la claridad de sus proposiciones y la lucidez poética de sus argumentos, contagiados de su deseo tremendo de corregir los errores de la historia y alegres por primera vez en sus vidas. Al terminar la arenga del candidato, la tropa lanzaba pistoletazos al aire y encendía petardos y cuando por fin se retiraban, quedaba atrás una estela de esperanza que perduraba muchos días en el aire, como el recuerdo magnífico de un cometa. Pronto el Coronel se convirtió en el político más popular. Era un fenómeno nunca visto, aquel hombre surgido de la guerra civil, lleno de cicatrices y hablando como un catedrático, cuyo prestigio se regaba por el territorio nacional conmoviendo el corazón de la patria. La prensa se ocupó de é1. Viajaron de lejos los periodistas para entrevistarlo y repetir sus frases, y así creció el número de sus seguidores y de sus enemigos.

--Vamos bien, Coronel--dijo el Mulato al cumplirse doce semanas de éxito.

Pero el candidato no lo escuchó. Estaba repitiendo sus dos palabras secretas, como hacía cada vez con mayor frecuencia. Las decía cuando lo ablandaba la nostalgia, las murmuraba dormido, las llevaba consigo sobre su caballo, las pensaba antes de pronunciar su célebre discurso y se sorprendía saboreándolas en sus descuidos. Y en toda ocasión en que esas dos palabras venían a su mente, evocaba la presencia de Belisa Crepusculario y se le alborotaban los sentidos con el recuerdo de olor montuno, el calor de incendio, el roce terrible y el aliento de yerbabuena, hasta que empezó a andar como un sonámbulo y sus propios hombres comprendieron que se le terminaría la vida antes de alcanzar el sillón de los presidentes.

--¿Qué es lo que te pasa, Coronel?--le preguntó muchas veces el Mulato, hasta que por fin un día el jefe no pudo más y le confesó que la culpa de su ánimo eran esas dos palabras que llevaba clavadas en el vientre.

--Dímelas, a ver si pierden su poder--le pidió su fiel ayudante.

--No te las diré, son sólo mías--replicó el Coronel.

Cansado de ver a su jefe deteriorarse como un condenado a muerte, el Mulato se echó el fusil al hombro y partió en busca de Belisa Crepusculario. Siguió sus huellas por toda esa vasta geografía hasta encontrarla en un pueblo del sur, instalada bajo el toldo de su oficio, contando su rosario de noticias. Se le plantó delante con las piernas abiertas y el arma empuñada.

--Tú te vienes conmigo--ordenó.
 Ella lo estaba esperando. Recogió su tintero, plegó el lienzo de su tenderete, se echó el chal sobre los hombros y en silencio trepó al anca del caballo. No cruzaron ni un gesto en todo el camino, porque al Mulato el deseo por ella se le había convertido en rabia y sólo el miedo que le inspiraba su lengua le impedía destrozarla a latigazos. Tampoco esta dispuesto a comentarle que el Coronel andaba alelado, y que lo que no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un encantamiento susurrado al oído. Tres días después llegaron al campamento y de inmediato condujo a su prisionera hasta el candidato, delante de toda la tropa.

--Te traje a esta bruja para que le devuelvas sus palabras, Coronel, y para que ella te devuelva la hombría--dijo apuntando el cañón de su fusil a la nuca de la mujer.
 El Coronel y Belisa Crepusculario se miraron largamente, midiéndose desde la distancia. Los hombres comprendieron entonces que ya su jefe no podía deshacerse del hechizo de esas dos palabras endemoniadas, porque todos pudieron ver los ojos carnívoros del puma tornarse mansos cuando ella avanzó y le tomó la mano.
Isabel Allende

martes, 13 de mayo de 2014

Isabel: La pasión hecha Literatura

El corazón es lo que impulsa y determina nuestro destino.
 Eso es lo que necesito para mis libros: un corazón apasionado.
 Necesito rebeldes, disidentes, aventureros, extranjeros,
que hacen preguntas, que rompen las reglas y asumen riesgos.

Escritora chilena. Hija de un diplomático chileno, por lo cual nace en Lima en 1942, su padre le inculcó su afición por las letras, Isabel Allende cursó estudios de periodismo. Mientras se iniciaba en la escritura de obras de teatro y cuentos infantiles, trabajó como redactora y columnista en la prensa escrita y la televisión.
 En 1960 Isabel Allende entró a formar parte de la sección chilena de la FAO, la organización de las Naciones Unidas que se ocupa de la mejora del nivel de vida de la población mediante un exhaustivo aprovechamiento de las posibilidades de cada zona. En 1962 contrajo matrimonio con Miguel Frías, del que habría de divorciarse en 1987, después de haber tenido dos hijos: Paula -que falleció, víctima de porfiria, en 1992- y Nicolás. En 1973, tras el golpe militar chileno encabezado por el general Pinochet, en el que murió su tío, el presidente Salvador Allende, abandonó su país y se instaló en Caracas, donde inició su producción literaria.
La primera gran novela de Isabel Allende, La casa de los espíritus, próxima al llamado «realismo mágico» fue publicada en 1982. Fueron precisamente el ambiente y los sucesos previos que condujeron al golpe militar los materiales narrativos que dieron forma esta obra, con la que se consagró definitivamente como una de las grandes escritoras hispanoamericanas de todos los tiempos. Recibida como un brillante epígono en la estela del "Boom" iniciado en los años sesenta, y comparada con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, esta primera narración extensa de la autora chilena se convirtió de inmediato en un best-seller en numerosos países del subcontinente americano (a pesar de que su publicación había sido rechazada por varias editoriales de Hispanoamérica), en España y en otras naciones de Europa.

Once años después de su primera salida a la calle, el éxito de la historia pergeñada por Isabel Allende recibió un poderoso impulso de proyección internacional merced a la adaptación cinematográfica realizada por el cineasta sueco Bille August (The house of the spirits, 1993), quien contó con la colaboración de la propia autora para elaborar el guión, y con un prestigioso elenco de intérpretes en el que figuraban Meryl Streep, Glenn Close, Jeremy Irons, Winona Ryder, Antonio Banderas y Vanessa Redgrave.
 Basada en los recuerdos de infancia y juventud de la propia escritora, La casa de los espíritus narra las peripecias de la saga familiar de los Trueba a lo largo de cuatro generaciones. Isabel Allende rememora y convierte en substancia narrativa las vivencias en la vieja casona familiar habitada por sus abuelos y sus excéntricos tíos, una mansión rodeada por una fecunda atmósfera liberal e intelectual que despertó su feraz imaginación y le inculcó el gusto por la lectura y la narración de historias. Al hilo de las peripecias de las mujeres que componen este núcleo familiar (auténticas protagonistas de la trama), la desbordada fantasía de la autora se va enhebrando con el repaso de los principales acontecimientos políticos de la historia reciente de Chile, hasta situar al lector en los primeros y dramáticos compases de la sangrienta dictadura militar.
Transcurridos dos años desde la publicación de La casa de los espíritus, Isabel Allende volvió a los anaqueles de las librerías con otra espléndida novela que mezclaba de nuevo la enrarecida situación política de su patria (en este caso, los asesinatos de los "desaparecidos" durante la dictadura de Pinochet) con otros materiales literarios procedentes de la poderosa imaginación de la autora (concretados, aquí, en una historia de amor). Se trata de la obra titulada De amor y de sombra, recibida también con grandes elogios por parte de la crítica y los lectores, y considerada como el hito que venía a señalar que el éxito internacional de La casa de los espíritus no había sido fruto de la casualidad.

La historia aquí relatada arranca con el hallazgo, en una explotación minera del norte de Chile, de una tumba clandestina en la que yacen sepultados los restos mortales de numerosos campesinos asesinados por los servicios de seguridad de la dictadura de Augusto Pinochet. La relación amorosa de dos jóvenes sirve de hilo conductor para el seguimiento de los hechos, que al cabo de los meses pone de manifiesto la horrorosa constatación de los crímenes cometidos por los golpistas, delatados por la aparición de otros muchos cementerios clandestinos.
 A estas grandes obras les siguieron otras, entre la que destacan Eva Luna (1987), El plan infinito (1991), Paula (1994), Afrodita (1998), Hija de la fortuna (1999), Retrato en sepia (2000) y el libro de memorias Mi país inventado (2003). Sus obras, que ocupan siempre los primeros puestos en las listas de ventas no sólo americanas sino también europeas, han sido traducidas a más de 25 idiomas.

Trailer de la película: La casa de los Espíritus

Doce años

  Han pasado doce años, tuvimos tres gatos, dos hijos por un rato, una casa que no es nuestra, una perra petizona tres bicicletas y ...