“Busquen primero el Reino de Dios
y su justicia y
todas estas cosas se les añadirá”
(Mateo
13, 31-33)
Para comenzar nuestra
reflexión podemos observar dos ideas fuerzas que se entrecruzan como un tejido:
El Reino de Dios y la justicia. Para esto debemos tener en cuenta que:
1) El Reino de Dios (basileia tou Theou) es, sin duda,
la columna vertebral del ministerio de Jesús. Es la clave también para su
comprensión proyecto-misión.
En primer lugar, el Reino
de Dios no se comprende en términos exclusivamente futuros, sino como futuro y
presente a la vez. Hoy a duras penas podemos captar la dimensión verdaderamente
revolucionaria que tenía el anuncio de Jesús, según el cual el Reino de Dios se
ha acercado y «está entre ustedes» (Lc. 17,21 ). Según los dos evangelistas
Mateo y Marcos, Jesús inaugura su ministerio público anunciando a cercanía del
Reino de Dios (Mc. 1,15 y Mt. 4,17). Queda, sin embargo, una tensión entre este
presente y las dimensiones futuras del Reino de Dios. Ya está aquí, pero
todavía está por venir.
En
segundo lugar, este Reino de Dios se hace presente entre los
marginados, Jesús comunica la posibilidad de vida nueva sobre la base de la
realidad del amor de Dios, especialmente a aquellos que están excluidos de la
sociedad. Estas personas pueden recobrar su dignidad porque son hijos de Dios y
ciudadanos de su Reino. Si Dios se preocupa por los pajarillos, ¿cómo no va a
cuidar de ellos? Hasta los cabellos los tiene contados uno por uno (Mt.
10.28-31). He aquí el ministerio misionero de Jesús: el anhelado Reino de Dios
se está inaugurando... entre los humildes y los desechados. El Reino de Dios no
es para los que se creen importantes, sino para los marginados: los que sufren,
los que cobran impuestos, los pecadores, las viudas y los niños.
En tercer lugar, la
manifestación del Reino de Dios en Jesús es eminentemente política. Declarar
que los leprosos, publicanos, pecadores y pobres son «hijos del Reino de Dios»
es hacer una afirmación decididamente política, por lo menos para la jerarquía
judía de aquel entonces. Expresa un profundo descontento con el statu quo y un
ferviente deseo de cambio.
Por último, cuando
rezamos «¡Venga tu Reino!» también nos
comprometemos a erigir, aquí y ahora, aproximaciones y anticipaciones del Reino
de Dios. Y podemos afirmar desde la fe
que: el Reino de Dios llegará precisamente
porque ya ha llegado. Es, a la vez, gratuidad y desafío, don y promesa,
presente y futuro, celebración y anticipación
2) La búsqueda de la
Justicia , (dikaiosyne), si se extrae a la frase “busquen primeramente el Reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” y se descontextualiza
pareciera que Dios nos bendecirá también en términos materiales, la petición
cobra el sentido cuando leemos y comprendemos versículos anteriores que
nos plantean no preocuparnos por
nuestros propios deseos e intereses sino que busquemos la justicia a favor de
los que son víctimas de la sociedad,
porque de ellos es el Reino de Dios. La dikaiosyne tiene que ver con Dios y el
prójimo. Se manifiesta en fe activa con
la realización del Reino, de esa manera otro mundo es posible aquí y
ahora.
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