sábado, 17 de mayo de 2014

Asumir la causa de Jesús para que otro mundo sea posible

                                                                                     “Busquen primero el Reino de Dios
                                                             y su justicia y todas estas cosas se les añadirá” 
(Mateo 13, 31-33)

Para comenzar nuestra reflexión podemos observar dos ideas fuerzas que se entrecruzan como un tejido: El Reino de Dios y la justicia. Para esto debemos tener en cuenta que:

1) El Reino de Dios (basileia tou Theou) es, sin duda, la columna vertebral del ministerio de Jesús. Es la clave también para su comprensión proyecto-misión.
En primer lugar, el Reino de Dios no se comprende en términos exclusivamente futuros, sino como futuro y presente a la vez. Hoy a duras penas podemos captar la dimensión verdaderamente revolucionaria que tenía el anuncio de Jesús, según el cual el Reino de Dios se ha acercado y «está entre ustedes» (Lc. 17,21 ). Según los dos evangelistas Mateo y Marcos, Jesús inaugura su ministerio público anunciando a cercanía del Reino de Dios (Mc. 1,15 y Mt. 4,17). Queda, sin embargo, una tensión entre este presente y las dimensiones futuras del Reino de Dios. Ya está aquí, pero todavía está por venir.
En segundo lugar, este Reino de Dios se hace presente entre  los marginados, Jesús comunica la posibilidad de vida nueva sobre la base de la realidad del amor de Dios, especialmente a aquellos que están excluidos de la sociedad. Estas personas pueden recobrar su dignidad porque son hijos de Dios y ciudadanos de su Reino. Si Dios se preocupa por los pajarillos, ¿cómo no va a cuidar de ellos? Hasta los cabellos los tiene contados uno por uno (Mt. 10.28-31). He aquí el ministerio misionero de Jesús: el anhelado Reino de Dios se está inaugurando... entre los humildes y los desechados. El Reino de Dios no es para los que se creen importantes, sino para los marginados: los que sufren, los que cobran impuestos, los pecadores, las viudas y los niños.
En tercer lugar, la manifestación del Reino de Dios en Jesús es eminentemente política. Declarar que los leprosos, publicanos, pecadores y pobres son «hijos del Reino de Dios» es hacer una afirmación decididamente política, por lo menos para la jerarquía judía de aquel entonces. Expresa un profundo descontento con el statu quo y un ferviente deseo de cambio.
Por último, cuando rezamos  «¡Venga tu Reino!» también nos comprometemos a erigir, aquí y ahora, aproximaciones y anticipaciones del Reino de Dios. Y  podemos afirmar desde la fe que: el Reino de Dios llegará  precisamente porque ya ha llegado. Es, a la vez, gratuidad y desafío, don y promesa, presente y futuro, celebración y anticipación

2) La búsqueda de la Justicia, (dikaiosyne), si se extrae a la frase  “busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” y se descontextualiza pareciera que Dios nos bendecirá también en términos materiales, la petición cobra el sentido cuando leemos y comprendemos versículos anteriores  que  nos plantean no preocuparnos  por nuestros propios deseos e intereses sino que busquemos la justicia a favor de los que son víctimas de  la sociedad, porque de ellos es el Reino de Dios. La  dikaiosyne tiene que ver con Dios y el prójimo. Se manifiesta en fe activa con  la realización del Reino, de esa manera otro mundo es posible aquí y ahora.
Esta reflexión no está cerrada y se la puede continuar en nuestras comunidades. Lo importante es que se pueda manifestar en la sociedad los frutos del Reino y su justicia.


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