jueves, 8 de mayo de 2014

Mi experiencia uniendo a Biblia y la Vida

Pequeño repaso de mi experiencia en la Lectura Popular de la Biblia


Este pequeño ensayo no pretende ser un texto informativo o erudito, sino es una ayuda memoria de mi recorrido en talleres de lectura popular de la Biblia y cómo fue el  impacto en mi vida. Esto implica recordar, es decir volver a  pasar por el corazón, y realizar una síntesis, en palabras, de mi experiencia de Dios que fue un profundo proceso, por eso no es tarea fácil, pero espero que sea útil para otros y otras caminantes de la Biblia y de la Vida.
Para comenzar, permítanme presentarme: mi nombre es Carmen y nací en Buenos Aires,   mi familia es de Corrientes, en la mesopotámica argentina, y una costumbre de allí es tomar mate,  que es una infusión a base de yerba mate, una planta autóctona, que se toma con una bombilla y se comparte. Esto me sirve para plantear una comparación porque aprendiendo a tomar mate en las reuniones comprendí la unión de la vida y la Biblia.
El primer paso es tomar el mate en nuestras manos, este recipiente significa nuestro cuerpo,  sentimientos, nuestra experiencia, vida, en este momento nos comprometemos con nuestra realidad tanto individual como colectiva. Este punto no es fácil,  ni neutro y a veces se necesita la ayuda de los demás. Cuando comencé este caminar tenia veinte años, no tenía un proyecto de vida, no estudiaba, no trabajaba, estaba encerrada en mi misma, en mis problemas, y aunque crecí en una familia creyente sentía a Dios lejano. Entonces, fueron mis vecinas con las cuales me reunía a leer la Biblia en los círculos bíblicos, las que vieron en mí dones que ni yo sabía que poseía; me animaron y, así juntas, fuimos dando pasitos, descubriendo a este Dios cercano que, a través de la Biblia, nos convoca, cuestiona, convierte y compromete. Este momento es de apertura para la escucha de la vida propia y ajena, porque es tierra santa  y es allí Dios se manifiesta.
El segundo momento -continuando con la comparación-  es buscarle el sabor a la yerba mate: esta simboliza la realidad, es buscar las raíces profundas que nos animan, nos mueven, el proyecto común,  el sentido de la vida. En lo personal, fui capaz de salir de mi aislamiento, sentirme valorada, descubrir a Dios liberador que escucha el grito del pobre, (Ex.3, 7)  a Dios compañero que camina junto a nosotros, a Dios madre que nos toma de la mano en las dificultades…(Is.66,13)  en  un sentido, es descubrir a Dios presente en la vida. En este paso comencé a comprometerme con la realidad diocesana, en la Comisión Bíblica de Quilmes, para llevar la Palabra a otros ámbitos. También comencé  a estudiar el secundario, después  el profesorado en Historia, pero en los encuentros es donde iba creciendo mi fe, en donde aprendí  a escuchar a las personas pobres, en su mayoría mujeres, que tienen la facilidad de unir el texto Bíblico con la vida. Por esta razón, hay que destacar que en todo mate es importante la bombilla, porque esta simboliza la comunidad que lee la Palabra, entre todos nos ayudamos a descubrir este sentido profundo de la realidad o las preguntas que nos plantea.
En el tercer momento, empapamos la yerba mate con el agua de la Palabra. El agua simboliza la Palabra que atraviesa nuestra existencia, saca lo mejor de ella, todo se entremezcla, se enriquece, y allí está el valor de la Palabra. El  texto nos ayuda  a descubrir al pueblo de Dios y al Dios del pueblo en ese caminar que va desde el pasado al presente. Y en este momento hay que tener en cuenta la situación, el contexto en el cual fue escrito el pasaje Bíblico, y después hacer silencio para que el mismo nos hable y sea luz para nuestro presente, porque la Palabra siempre tiene un mensaje para nosotros. Para descubrir este mensaje hay que rumiar la Palabra;  muchas veces lo vemos como en una ventana de vidrio transparente y otras, como si el vidrio se empañara o estuviera oscuro, es decir nos quedamos sólo con texto, no encontramos el mensaje, lo repetimos y no lo traemos al presente, pero en otras, la relación sale por sí sola, a veces por alguna reflexión. Recuerdo que en algunas reuniones nos encontrábamos trabados y Zacarías, un hombre que aprendió a leer con la Biblia, siempre se disculpaba primero para comenzar a hablar, porque decía que no sabía expresarse pero sus reflexiones daban siempre el mensaje porque  lo relacionaba con algún problema de la comunidad. En otras ocasiones, Pilar, una mujer callada, casi al finalizar el encuentro, con una frase quizás pequeña pero profunda nos dejaba a todos sorprendidos. En esos momentos venía a mi memoria el pasaje en  que Jesús alaba a su Padre porque se oculta a los sabios y entendidos y se da a conocer a los pobres (Mt. 11, 25) A esto el P. Ángel Caputo lo explicaba como  el círculo de interpretación,  que va de la Biblia a la Vida y de la Vida a la Biblia, a la luz de Juan 10, 10 “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”.
El último paso es la ronda del mate que se hace fiesta de vida y comunidad, es el momento celebrativo, que nos llena el alma y no queremos que termine, podríamos compararlo con el pasaje de Marcos en donde Pedro exclama: ¡qué bien estamos acá, construyamos tres carpas! (Mc 9, 5). Es una gracia de Dios, es una repuesta a Él, que nos da voz a los que no tenemos voz. Para finalizar, quiero agradecer a mis compañeros y compañeras de camino, gente de mi pueblo, en especial a Roque Coronel animador bíblico, y muchos que descubrieron conmigo al Dios de la vida.
Simplemente Carmen


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