Te visite
un domingo,
como siempre,
pero no sabía
que era el último.
Leonidas era tu
nombre,
nombre de mujer
valiente,
que con el paso
los años
dejaron las huellas.
Tus ojos perdieron
brillo,
tus manos no obraron
milagros
sólo llevaron una
vida
que fue dura y
sencilla.
Te visite
un domingo,
como siempre,
pero no sabía
que era el último.
Me alejé un rato
sin saber que hacer
rodeada de los tuyos
te fuiste tranquila.
Pediste agua
y como si todo
se cumpliera
tu espíritu
entregaste.
Me despedí de ti
me alejé de tu casa.
En el camino pensaba:
era Hija de Dios.
Fue un domingo,
pero no será el
último
en algún momento
nos volveremos
a encontrar.
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