( Reflexión sobre: Marcos 4,35-40)
Mi vida navega como un barco
en medio de una tormenta.
Calma, Señor, mi tempestad,
mi espíritu está intranquilo,
como un viento huracanado,
que sólo tú puedes calmar.
Soy una persona de poca fe,
demuéstrame que te importo.
Sólo tú calmas mi espíritu
para alcanzar la otra orilla,
para ser fiel a tu proyecto.
No dejes que me hunda
en este oscuro momento.
Quiero escuchar tu voz,
no te duermas que te necesito.
Sólo tus palabras calman
mi espíritu intranquilo,
y el milagro sucederá
el mar poderoso se calmará
el viento en una brisa se transformará,
nada temeré, si tú estás conmigo.
Simplemente Carmen
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